Los pastores andaluces también arriesgan sus vidas: «La gente no se da cuenta de lo que hacemos»

Perro pastor.
Razas de perros ideales para el pastoreo

Médicos, cajeros de supermercados, voluntarios, policías, enfermeras… Todos son aplaudidos cada día a las 20:00 de lo tarde en las ventanas y terrazas de toda España. Pero hay un sector ‘olvidado’, el ganadero. Los pastores y sus rebaños no paran por el confinamiento, y se sienten discriminados: «La gente no se da cuenta de la labor que hacemos los que estamos en el campo».

Precisamente por este olvido, los ganaderos gaditanos han puesto en marcha la campaña ‘yohoytrabajo’, a través de la que pretenden hacer saber a España que, al contrario que la mayoría de la sociedad, no se quedan en casa «porque las cabras y ovejas no entienden de alarmas ni decretos y necesitan salir al monte a alimentarse, ser cuidadas y ordeñadas a diario, unos cuidados sin los que podría enfermar y morir».

El estado de alerta ha pillado además en primavera, cuando los rebaños producen más leche porque pueden pastar más y mejor en los campos. «Casi todos los ingresos de los ganaderos se producen ahora, no es una época que se pueda postergar», explica Olga González Casquet, una de las veterinarias que gestionan el programa de cría de esta raza.

Si los agricultores y los ganaderos nos hubiéramos paralizado ahora, si hubiéramos dejado de producir, ni los sanitarios que están en la primera línea de la lucha contra el coronavirus podrían estar haciendo su labor», asegura a Efe Pepe Millán.

A punto de cumplir 63 años, a Millán, que cuida de unas 400 cabras y 300 ovejas en Zahara de la Sierra (Cádiz), el estado de alarma apenas le ha cambiado la vida, salvo que los hombres que cada dos o tres días van a su majada, a un kilómetro y medio del pueblo, para llevarle gasóleo o recoger la leche que ordeña aparecen con guantes y mascarilla y ya no se paran como antes a charlar con él.

Pepe Millán cuida sus rebaños de ovejas y cabras en la sierra de Cádiz desde niño. Solo lo dejó, y a la fuerza, los 18 meses que tuvo que ir a la mili y el tiempo que le costó después volver a tener su majada. «Trabajo los 365 días del año, las 24 horas al día, no sé lo que es una semana de vacaciones», cuenta a Efe casi con orgullo.

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