Los 39

Los 39

El pasado 18 de julio se hizo público un manifiesto suscrito por 39 ex ministros de distintos gobiernos presididos por el PSOE en el que pedían el voto para Pedro Sánchez. Destaco uno de sus párrafos:

«La trascendencia de las elecciones del próximo 23 de julio nos lleva a expresar públicamente nuestro apoyo al PSOE y a su candidato (…) Esta petición de voto no es solo un acto de lealtad a nuestro partido. Es, ante todo, expresión de nuestra convicción de que el rumbo de España ha de ser el del país moderno, europeísta, abierto, reformista, justo y cohesionado, que quiere la mayoría social y por el que hemos trabajado desde los gobiernos socialistas».

La lista de los 39 es la siguiente: Rosa Aguilar, Joaquín Almunia, Magdalena Álvarez, Luis María Atienza, Enrique Barón, José Blanco, José Bono, Francisco Caamaño, Abel Caballero, Mercedes Cabrera, Jesús Caldera, Carmen Calvo, Antonio Camacho, Manuel Chaves, Joan Clos, Beatriz Corredor, Luis Carlos Croissier, Juan Manuel Eguiagaray, Elena Espinosa, Mariano Fernández, Matilde Fernández, Valeriano Gómez, Ángeles González-Sinde, Ramón Jáuregui, Joan Lerma, Juan Fernando López Aguilar, José María Maravall, José Montilla, Cristina Narbona, Javier Moscoso, Narcís Serra, Jordi Sevilla, Javier Solana, Carlos Solchaga, Gustavo Suárez, María Antonia Trujillo y Carlos Westendorp.

He coincidido en el PSOE con casi todos ellos; y con varios de los firmantes del manifiesto de apoyo a Pedro Sánchez he compartido militancia, trabajo, esperanzas, alegrías… Y también velatorios, lágrimas y funerales. Por eso he de reconocer que me quedé perpleja (no aprenderé nunca….) al ver a algunos de ellos convertidos en aguerridos defensores de Pedro Sánchez, cuyas políticas llevadas a cabo en alegre fraternidad con pro etarraras, comunistas irredentos, golpistas y populistas de extrema izquierda eran calificadas por los 39 como ejemplo de la España «cohesionada, reformista, justa…», que decían haber defendido siempre desde los diferentes gobiernos socialistas de los que habían formado parte.

Voy a hacerles una confidencia ahora que alguno de ellos (creo que son tres, hasta el momento) han salido a señalar que no están de acuerdo con que Sánchez prosiga el rumbo que ellos aplaudieron al pedir el voto para él. Durante los meses previos a las elecciones y cuando muchos otros ex dirigentes del PSOE se habían pronunciado de forma muy crítica sobre el rumbo emprendido por Sánchez (indultos a golpistas, eliminación del delito de sedición, abaratamiento del delito de malversación de caudales públicos, reconocimiento a Bildu como guardián de las esencias de la «memoria democrática», incumplimiento de las sentencias sobre el derecho a utilizar la lengua común…) me dirigí a alguno de los firmantes con los que más confianza había tenido en el pasado y a quienes siempre he considerado personas solventes y honestas, y les trasladé mi sorpresa por su silencio público… Y sólo obtuve la callada por respuesta.

Pero como no pierdo la esperanza, al verles proactivos entre los defensores de las tropelías llevadas a cabo por Pedro Sánchez, sumándose al ejército de los pervertidores del lenguaje y llamando a las cosas por los nombres que no son, hice llegar mi asombro a uno de ellos a través de su mujer, con quien seguía manteniendo el contacto siquiera esporádicamente. Esta vez sí que hubo respuesta: «Mi marido es fiel a su partido y a los valores socialistas, no como tú, traidora; estoy muy orgullosa de él, y de todo los que ha hecho Sánchez… Te agradezco que me hayas escrito, pues tus palabras -sólo le había dicho ‘me sorprende ver a (…) entre los firmantes’-, me han ayudado a reafirmar mis convicciones». Omito el resto, pues los insultos solo califican a quien los pronuncia, pero recordarlos solo puede provocar mala sangre. Y, francamente, no merece la pena.

No espero que vayamos a ver autorrectificarse a muchos más de los 39 blanqueadores de las políticas de Pedro Sánchez, pues al fin y al cabo todos ellos eran conscientes de lo que estaban apoyando cuando suscribieron ese manifiesto. Pero no deja de sorprenderme que Jáuregui, Sevilla o Almunia hayan alzado ahora la voz ante la coherencia de Sánchez al disponerse a seguir el rumbo que ellos mismos alabaron. ¿O acaso pensaron que sus alabanzas le motivarían a modificar el rumbo elegido? ¿Desde cuándo alguien cambia de posición cuando le aplauden públicamente por lo que está haciendo?

El odio a la derecha inoculado desde la época de Zapatero entre los afiliados y votantes del PSOE ha tenido un efecto devastador en el talante y las convicciones democráticas del que fue un partido clave para hacer la Transición y construir la España democrática. Que este grupito de 39 ilustres cuyo futuro profesional no depende de Pedro Sánchez llegara a prestarse para blanquear a su partido es el mejor ejemplo de degradación colectiva de esa organización otrora socialdemócrata y una nueva señal de que nada bueno puede esperarse de los asalariados, pesebreros y aspirantes que componen en rebaño que mantiene el logo del antiguo PSOE.

En fin, que a lo mejor hay algún resorte sicológico que ha provocado que algunos de esos ilustres ex ministros hayan despertado del autoengaño –o sectarismo, o lo que sea que les llevó a pedir el voto para Sánchez- y hayan tomado conciencia de que al apoyar a Sánchez estaban vulnerando lo que prometieron o juraron cumplir y hacer cumplir cuando asumieron su cargo ante el Jefe del Estado. Quizá es que les resulte imposible seguir haciéndose los despistados mientras su partido perpetra el golpe contra la Constitución que juraron o prometieron acatar y defender. O quizá es que han llegado a comprender que quien apoya a un traidor a la España constitucional no solo es cómplice, sino que se convierte es reo de traición.

Así las cosas, el mejor servicio que pueden hacer a la democracia estos 39 que solemnemente prometieron defenderla es contribuir a que el PSOE sea enterrado dignamente.

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