‘Olympo’ no es como ‘Élite’’ es peor: ¿Qué falla en la nueva serie de Netflix?
Crítica de una ficción sin alma y sin ritmo
Las mejores películas LGTBI para celebrar el día del Orgullo: Netflix, HBO, Prime...
Ana Rosa sobre la aparición de Sánchez en la OTAN: "Ha decidido convertirnos en unos parias"

Olympo es la nueva serie de Netflix, un producto fruto del algoritmo más básico que pretende emular el éxito internacional de Élite. Pero, a diferencia de ésta, a la que nos ocupa sólo le interesa mostrar cuerpos bonitos, relaciones íntimas entre hermosos jovenzuelos y algún que otro drama. Sí, Élite era eso pero, al menos, entretenía y (en las tres primeras temporadas) tenía algo de alma, de corazón. Olympo, sin embargo, es un desbarajuste narrativo mal contado que comete el peor de los pecados: aburrir. Esta ficción es el ejemplo máximo de los peligros que corren las series si siguen al pie de la letra lo que dice el algoritmo y se alejan de la voz de los autores.
Sinopsis y datos de producción
Olympo está creada por Jan Matheu, Laia Foguet e Ibai Abad, producida por Zeta Studios y dirigida por Marçal Forès, Daniel Barone, Ibai Abad y Ana Vázquez y se adentra en las aventuras deportivas, sentimentales y vitales de un grupo de jóvenes deportistas de élite que tendrán que poner a prueba hasta dónde están dispuestos a llegar para conseguir sus metas.
La serie está protagonizada por Clara Galle (Ni una más), Nira Osahia, Agustín Della Corte (La sociedad de la nieve), Nuno Gallego (Élite) y María Romanillos (Paraíso).
Según la sinopsis oficial, Oympo se enmarca en el Centro de Alto Rendimiento Pirineos donde entrenan los mejores atletas del país, como Amaia (Clara Galle), la capitana de la selección nacional de natación artística, una chica autoexigente y que no se permite fallos. Pero cuando Núria (María Romanillos), su mejor amiga y compañera de equipo, la supera por primera vez, Amaia se da cuenta de que algunos deportistas están mejorando su rendimiento de forma inexplicable… Tras años de poner su cuerpo al límite y sacrificar su vida por el deporte, se enfrentan al dilema: ¿hasta dónde están dispuestos a llegar?
Cuando el algoritmo se equivoca
Un Élite con deportistas. Cuatro palabras que debieron hacer las delicias de los ejecutivos de Netflix. Guste o no, Élite fue un éxito rotundo en la plataforma. Recurría a un universo fantasioso e irreal en el que chicos y chicas muy guapos se drogaban, montaban orgías y resolvían asesinatos entre clases de matemáticas y el recreo. No inventó nada pero, al menos, las tres primeras temporadas tenían algo de intimidad y de corazón. Los personajes eran atractivos, el misterio estaba bien contado y creaba muchas expectativas. Luego, a partir de la tercera tanda, la parafernalia se derrumbó con un guión sólo preocupado por mezclar sexualmente a los personajes sin razón alguna.
Ante el vacío que dejó la serie creada por Carlos Montero y Darío Madrona, en Netflix pensaron que sería una gran idea trasladar el concepto de Élite a un centro de alto rendimiento para deportistas. Para empezar, había que contar, sí o sí, con cuerpos espectaculares. El factor morbo estaba servido.
El problema es que ideas hay muchas, marcos narrativos más pero hacer una buena historia es más difícil. Olympo es la nada. El piloto empieza de la peor manera posible: no se crean conflictos y es todo una presentación de personajes que (y esto es lo peor) son fríos en el mejor de los casos e inaguantables en el peor.
No hay nada en Olympo que sea creíble, ni el centro (son deportistas de élite porque lo pone el guion, no porque se muestren realmente sus dotes físicas), ni los personajes ni el universo que propone. Esta es una de esas series que puedes decir que has visto entera sólo con el tráiler.
Además, la dirección de Olympo es torpe. El montaje es apresurado, no se preocupa del lenguaje audiovisual. La cámara parece que está rodando otra serie. Las relaciones y reacciones casi ni se explican. La fotografía (con esos difuminados caprichosos) no es agradable y, lo peor, el sonido es pésimo (cuesta entender a los personajes).
¿Olympo será un éxito? Al principio sí, claro. Después, lo dudo. Recordemos que el algoritmo no tiene alma y no siempre acierta.