Crítica de “Luca”: Disney recupera la esencia de su animación
Después de grandes películas de la colaboración Disney/Pixar, Luca se presenta como una historia con más corazón que intelecto.
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Nadie duda de que tanto Disney como Pixar han aportado al cine de animación algunas de las mejores historias del cine reciente (Con permiso al Studio Ghibli y a Dreamworks). A diferencia de Disney, Pixar siempre se había centrado en hacer películas más familiares que infantiles, con unos personajes y mundos atrevidos marcados siempre por un fuerte mensaje. La cima de esta premisa, la alcanzó la productora del flexo con Soul, la narrativa sobre las almas que profundizaba al máximo una trama que seguramente, la mayor parte de niños no haya terminado de entender del todo. Esto no es en consecuencia algo malo, como tampoco lo es volver a ciertos de los orígenes animados en una de las películas del verano. Luca, basa su esencia en un retrato de puro corazón y de sentimiento cándido.
Cualquier película que no haya nacido en la oleada de animación comercial de los que pasa los años 90, Luca basa su estructura de personajes en la diferenciación de mundos para un fácil desarrollo de roles. En este caso concreto, la historia se cuenta en un pueblo costero italiano y pescador de Italia. En la profundidad de sus aguas, viven unos monstruos marinos que en realidad no distan mucho del comportamiento humano. Uno de ellos, llamado Luca tiene la curiosidad de querer ver y descubrir ese mundo, pero nunca se atreve a salir del agua. El protagonista conocerá a Alberto con quien vivirá una intensa amistad basada en el descubrimiento del mundo y que le hará saltar todos sus miedos y complejos. Los dos solo se convierten cuando tocan el agua y será cuando conozcan a Giulia en tierra, el momento en el que se motivarán para ganar el premio de la carrera del verano. Dinero para su ansiada Vespa, un símbolo de libertad con el que podrán ir a cualquier lugar que deseen.
La nostalgia por los símbolos de la libertad
Aunque Luca, tarda en arrancar un poco más de la cuenta mostrando en exceso un mundo marino que no interesa tanto al espectador, es en la construcción de sus personajes y elementos de su historia fácilmente comprensible por todos, donde encuentra su máxima virtud. La sencillez aporta honestidad a un relato de niños que sueñan y que crean vínculos, recordándonos aquellas amistades puras de la infancia.
Son muchas las lecturas que se pueden hacer de una película como Luca. Más allá de que la historia pueda contener un trasfondo LGTBI o que simplemente sea un cuento sobre la amistad, la esencia es la misma: sentirse aceptado o rechazado siendo diferente es una idea que todos entendemos. Luca también es algo simple y evidente en su simbología pero ¿desde cuándo en la infancia las cosas son complicadas? La vespa, las estrellas y el pueblo de Portobello conectan de maravilla con los sueños sencillos y llenos de alma que han conseguido que Disney recupere la esencia de su animación.