La razón por la que la hija de Carlos Herrera y Mariló Montero utiliza el apellido Crusset
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El origen del apellido con el que hoy se presenta Rocío Crusset responde a una decisión personal que tomó cuando comenzó a abrirse camino en un sector donde su trayectoria debía hablar por sí sola y no por la fama de sus padres. «Me cambié el apellido para empezar desde abajo», ha explicado con orgullo.
La hija de Carlos Herrera y Mariló Montero, que creció rodeada de focos mediáticos por la notoriedad de ambos periodistas, siempre ha explicado que eligió utilizar el apellido Crusset porque quería construir una carrera basada exclusivamente en su talento y esfuerzo. Con apenas 23 años ya había demostrado que sabía desenvolverse en la moda internacional, compartiendo incluso representación con figuras tan consolidadas como Gisele Bündchen, un dato que, lejos de acomodarla, reforzó su intención de seguir trabajando desde cero. Bajo esa nueva identidad profesional presentó algunas de las propuestas festivas de maquillaje de Dolce & Gabbana Beauty, consolidando una imagen independiente y más cercana a la creatividad que siempre quiso desarrollar.
La carrera de Rocío Crusset
Desde muy joven recibió ofertas para adentrarse en el mundo del modelaje, propuestas que, según recuerda, su madre trató de frenar porque consideraba que aún no era el momento adecuado. Esa cautela familiar permitió que Rocío experimentara otros intereses durante su infancia, soñando por momentos con profesiones tan dispares como el derecho, la odontología o la fisioterapia, aunque nunca llegó a plantearse seguir el camino periodístico que tan bien conocía. Su salto real a la fama llegó en febrero de 2015, cuando debutó en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid y empezó a llamar la atención de agencias internacionales, hasta el punto de formar parte de los míticos desfiles asociados a Victoria’s Secret.
Aunque completó un doble grado en Administración de Empresas y Marketing en la Universidad CEU San Pablo, su inclinación por la moda terminó imponiéndose y la llevó a especializarse con un máster en Diseño de Moda en Parsons School of Design, en Nueva York, ciudad en la que se instaló hace ya cinco años.

La etapa de pandemia marcó un punto de inflexión personal y profesional para ella, porque la ralentización global le permitió aclarar ideas y encontrar un espacio creativo que necesitaba. En ese periodo nació Crusset Studio, un proyecto de joyería concebido para dar forma a una identidad estética propia y a una narrativa íntima que llevaba tiempo desarrollando. Rocío ha explicado que el parón provocado por la COVID-19 la obligó a detener el ritmo frenético del modelaje internacional y a repensar qué quería aportar como diseñadora, lo que derivó en una primera colección que, según ella, guarda una historia interna y un hilo conductor que da sentido a cada pieza. En este camino contó con la colaboración de su hermano Alberto, quien se convirtió en una figura clave para organizar el proyecto.
Rocío Crusset, modelo y empresaria
A lo largo de sus primeros años, Rocío acumuló experiencia trabajando para firmas y campañas internacionales, una etapa que le permitió comprender desde dentro el funcionamiento de la industria y las exigencias de un mercado en constante cambio.
Dicha le sirvió como base para dar forma a su firma, que finalmente se presentó a finales de 2021 con piezas de plata de ley bañadas en oro de 18 quilates y con un diseño minimalista pensado para acompañar distintos momentos de la vida de una mujer contemporánea. Los precios, situados entre los 100 y los 750 euros, reflejan una apuesta por la calidad sin perder la intención de mantener un producto accesible dentro del sector del lujo artesanal. La marca ha comenzado a hacerse un hueco en entornos internacionales, participando en eventos de moda y estableciendo colaboraciones estratégicas que amplían su visibilidad. A medida que su nombre se relaciona más con el diseño que con las pasarelas, se afianza su identidad empresarial, que ella define como un equilibrio entre fuerza y delicadeza, entre lo que permanece y lo que está por surgir.
Una vida muy completa
En el terreno personal, la diseñadora ha vivido acontecimientos significativos dentro de su entorno familiar, siempre marcado por la unión a pesar de la separación de sus padres. En octubre de 2025, su hermano Alberto celebró su boda con Blanca Llandres en Sanlúcar de Barrameda, un enlace en el que Rocío no solo participó activamente en la organización, sino que incluso contribuyó al diseño del vestido de su cuñada, un gesto que demuestra hasta qué punto su faceta creativa se ha integrado en su día a día.
Hoy en día, la vida de Rocío Crusset transcurre entre Nueva York y Madrid, un equilibrio que le permite mantener conexiones en dos mercados esenciales para el diseño y para la moda contemporánea. A sus 31 años ha sabido consolidar su papel como empresaria, gestionando con solvencia una firma que crece de forma constante y que ya ha alcanzado hitos de reconocimiento internacional, como el hecho de que la actriz Charlize Theron luciera uno de sus pendientes, un gesto que impulsó la presencia mediática de la marca fuera de España.
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