Declara el tío del pederasta de Ciudad Lineal que lo acogió en Santander antes de ser detenido
José Ignacio M.D., tío de Antonio Ortiz, ha afirmado este miércoles en el juicio que ofreció a su sobrino trabajo en una obra en Santander, razón por la que éste se trasladó a la capital cántabra y porque «quería cambiar de aires». «Me extrañó que llevara tanto equipaje», ha dicho.
Los investigadores que le tenían bajo vigilancia sostienen que el presunto pederasta de Ciudad Lineal pasaba hasta seis horas en el gimnasio, sin mencionar nunca que fuera ahí a trabajar. Según las pesquisas, Ortiz huyó a Santander el 3 de septiembre de 2014 para escapar de la presión policial.
Se le había identificado ya varias veces durante los dispositivos que se desplegaron en Ciudad Lineal. Y decidió huir. Se refugió en casa de su tío, hasta que los GEO irrumpieron en la vivienda el 24 de septiembre.
Hoy ha comparecido en el juicio su tío José Ignacio, quien en la misma línea que su madre ha tratado de encubrir la razón por la que su sobrino decidió acudir a este lugar. «Me ofrecieron hacer una reforma en casa y le dije que tenía trabajo. Él me dijo que le hacía falta», ha dicho en respuesta al abogado defensor.
Sobre este asunto, ha precisado a la fiscal que antes le propuso ir a Santander de turismo, replicando a ésta que no tergiversara sus palabras al manifestarle si fue él el que le llamó primero. «¿El acusado llevó mucho equipaje?», le ha preguntado, a lo que éste ha respondido que «bastante» y que le llamó la atención.
«Me dijo que le apetecía cambiar de aires. Yo le dije que me parecía muy bien. Llevaba una mochila negra», ha relatado. Se trata de la mochila que identificaron las niñas.
«Agaché la cabeza y ya no estaba»
El tío de una de las víctimas del presunto pederasta de Ciudad Lineal ha declarado este miércoles, también en el juicio, que estaba a cargo de la pequeña minutos antes a la agresión y que cuando se despistó a arreglar una bicicleta con la que estaba jugando, ésta desapareció: «Agaché la cabeza y cuando la levanté, ya no estaba».
Lo ha explicado ante el tribunal de la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid que juzga al presunto pederasta, de 44 años, para quien la Fiscalía pide 77 años de prisión por secuestrar y agredir sexualmente a cuatro niñas.
Se trata de una niña de 7 años y origen dominicano que fue presuntamente agredida por Antonio Ángel Ortiz el 22 de agosto de 2014 en un descampado del distrito madrileño de San Blas, donde fue encontrada.
El tío de la pequeña ha contado que la niña se encontraba en frente de la casa de su abuelo montando en bicicleta con su hermano y que, en un momento dado, se cayó y el niño empezó a llorar.
Fue cuando el tío fue a consolar a su sobrino y a arreglar la bici, cuando la pequeña desapareció.
Según ha explicado su familiar, la propia niña le contó días después a la agresión que fue a orinar entre dos coches y que un hombre la abordó y le dijo que la acompañase para «darle una sorpresa a su abuelo».
«Me dijo la niña que cuando se arrimó al coche, el hombre la cogió, le dio un empujón y la metió en el vehículo», ha apuntado el testigo.
También han declarado hoy los policías que auxiliaron a la menor, conocida como TP5, en el descampado donde presuntamente la abandonó Ortiz y han dicho que la niña les contó que un hombre se le acercó y les preguntó si los que se encontraban en frente eran sus abuelos.
La niña, según los agentes, accedió a irse con Ortiz pensando que iban a sorprender a sus abuelos.
Cuando la encontraron, con algunos rastrojos en el pelo, les dijo que el presunto pederasta era «un hombre fuerte que sudaba mucho» y que «le tapó la boca y le obligó a que se agachara» en el coche, presumiblemente un Citroen Xsara.
Nos dijo: «Me ha obligado a desnudarme, me ha hecho cosas malas y me ha intentado dar mordisquitos», ha explicado uno de los agentes.
Reloj con números romanos y una estantería
Una de las víctimas afirmó que había visto durante el traslado en el coche un reloj con números romanos. Precisamente, se le ha preguntado acerca de si la Policía se incautó de dos relojes en su casa de Santander, a lo que ha explicado que los dos eran suyos. Uno se lo regaló su mujer y otro lo compró en galería del Coleccionista.
Además, ha contado que estuvo en Madrid hasta el 11 de abril, un día después de una de las agresiones cometidas en esta vivienda, ya que ayudó a su hermana con las obras en el piso de Santa Virgilia, donde se habrían cometido dos agresiones sexuales. Ese día, el 11 de abril tuvieron una comida familiar en la que estuvo el acusado.
También ha dicho que una estantería que describió una de las niñas no estaba en el piso hasta después de abril. Esta menor habría vomitado dos veces cuando estaba en el piso de Santa Virgilia, una de ellas detrás de la citada estantería.
Según su testimonio, nunca vio a la madre limpiar la casa, a pesar de que ésta ayer incidió en la importancia que daba en fregar los suelos varias veces porque era alérgica al polvo.