Un 30% del alumnado de Primaria en Andalucía sufre acoso escolar en el colegio
Un 30 por ciento del alumnado de Primaria en Andalucía está implicado como víctima en roles del bullying, fenómeno en el que un 2,6 por ciento son agresores, un 15 por ciento son agresores victimizados –agresores que al mismo tiempo son víctimas de otros– mientras que el 52,4 por ciento restante son espectadores.
En el caso de la educación Secundaria, la cifra desciende hasta el 20 por ciento mientras que el porcentaje de los agresores se incrementa hasta el 6 por ciento. En esta etapa educativa, los agresores victimizados también suben hasta el 17 por ciento, igual que el rol de espectador crece hasta el 56 por ciento.
En lo que respecta al cyberbullying –una forma indirecta de acoso mediante el uso de dispositivos digitales con acceso a internet–, las cifras se mantienen estables en los dos ciclos educativos: con un nueve por ciento de víctimas y un siete por ciento de agresores victimizados en ambos, excepto en el caso del rol de agresor donde aumenta del dos por ciento en Primaria al cinco por ciento en Secundaria, concretamente en 3º y 4º de la ESO.
Estos son algunos de los resultados de un proyecto de investigación financiado por el Centro de Estudios Andaluces que tiene como finalidad describir el nivel de implicación de los escolares andaluces en los fenómenos de acoso escolar, ciberacoso y las relaciones sentimentales entre adolescentes. La investigación ‘Bullying, cyberbullying y dating violence. Estudio de la gestión de la vida social en estudiantes de Primaria y Secundaria en Andalucía’, publicado como número 75 de la colección Actualidad, ha sido presentado este miércoles por la profesora de Psicología de la Universidad de Córdoba, Eva Romera Félix, en el marco de un seminario sobre la materia.
La investigación cualitativa y cuantitativa se ha realizado a partir de una encuesta a casi 3.000 estudiantes de 5º y 6º de Primaria y de los cuatro cursos de Secundaria de 35 centros educativos públicos y privados de Andalucía durante el curso 2015-2016 en dos oleadas (octubre y mayo). Una de las principales aportaciones de este estudio, según se destaca en un comunicado, es ver cómo evolucionan los comportamientos desde el inicio y hasta el final del curso para ver si se han producido cambios significativos.
Los datos de la encuesta en función del sexo, revelan que los chicos están más implicados en fenómenos de bullying y cyberbullying como agresores y agresores victimizados, mientras que las chicas destacan en el rol de víctimas en ambos fenómenos.
En Primaria el porcentaje de agresores tiende a mantenerse estable a lo largo del curso en los chicos y en las chicas. Sin embargo, en los dos ciclos de Secundaria se produce un aumento notable al finalizar el curso en ambos sexos: un 4,8 por cinto en los chicos del primer ciclo, un 5,9 por ciento en el caso de las chicas del primer ciclo y un 3,4 por ciento en las chicas del segundo ciclo.
El trabajo señala que la forma más frecuente de agresión y victimización en casos de bullying y cyberbullying es insultar a otros compañeros, bien directamente o bien a través de terceras personas, tanto en Primaria como en Secundaria.
Para los chicos la forma más habitual de agresión es de carácter físico, seguido de los insultos, resultados que coinciden con los de victimización, aunque ellas destacan en «ser insultadas a través de terceras personas». En el caso del cyberbullying, para los chicos de Primaria y Secundaria la forma más frecuente de agresión también es insultar en Internet, mientras que para las chicas es «excluir a alguien en las redes sociales» en el caso de Primaria y «decir palabras malsonantes a alguien sobre otra persona» en Secundaria.
Amenazar, piratear la cuenta, hacerse pasar por otra persona, crear cuentas falsas para simular a otro, colgar fotos comprometidas, retocar fotos o difundir rumores, son algunas manifestaciones que señalan los estudiantes encuestados.
DATING VIOLENCE
En el apartado sobre dating violence, el estudio analiza en primer lugar, la situación sentimental de los chicos y chicas escolarizados en Educación Secundaria Obligatoria. Los resultados del primer y segundo tiempo resultan similares, descendiendo ligeramente en el número de chicos y chicas que afirmaban no haber tenido ninguna experiencia sentimental (del 40% al 35,2%).
En esta etapa, los chicos y chicas con pareja actual la califican generalmente de «rollito» (aproximadamente el 9,5%) o de «relación seria» (en torno al 11%), si bien son muy pocos los que hablan de relaciones formales.
En lo que respecta a la violencia física en pareja, los datos obtenidos señalan que la implicación de chicos y chicas en agresión física leve es de un siete por ciento de forma ocasional y un dos por ciento frecuentemente, mientras que la agresión física grave se da en un tres por ciento de forma ocasional y en uno por ciento de forma frecuente. En el apartado de victimización física leve, los resultados son un 15 por ciento ocasional y 2,5 ciento de forma frecuente. En el caso de la victimización física grave, los porcentajes son del cinco por ciento ocasional y 1,5 por ciento frecuente.
Para la profesora de Psicología de la Universidad de Córdoba, Eva Romera, uno de los resultados más significativos es «la estabilidad de la implicación de los tres fenómenos estudiados a lo largo del curso escolar, dato que indica que estamos ante un fenómeno estable, difícil de romper y que requiere respuestas educativas de mayor calado entre los escolares». Romera destaca que la encuesta confirma los datos de estudios previos sobre la materia en Andalucía y alerta de que «no se trata de fenómenos aislados sino que ocurren a los chicos y chicas con frecuencia».
Otro de los aspectos a tener en cuenta es la relevancia del rol de agresor y ciberagresor victimizado, figura que, según la experta, «requiere de especial atención y análisis». «Nos encontramos con un importante porcentaje de chicos y chicas que son víctimas del abuso de sus compañeros y compañeras a la vez que agreden a otros, lo que nos está indicando que hay confusión entre lo que es bueno o malo y que asumen como normal comportamientos que no lo son», argumenta.
Para los investigadores, los resultados presentados en este estudio plantean la necesidad de contar con propuestas de prevención e intervención «más sistematizadas» para abordar los problemas de bullying y cyberbullying.
NECESIDAD DE UN RESPUESTA «GLOBAL» DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA
Para Romera, el nuevo protocolo de actuación en casos de ciberacoso que ha puesto en marcha la Consejería de Educación «pone el acento en la evaluación de la situación y en la coordinación docente, familiar y de servicios especializados», aunque destaca que es necesaria «una respuesta amplia y global de la comunidad educativa ante un fenómeno tan complejo además de medidas específicas que incluyen la formación del profesorado para abordar casos concretos de acoso, la promoción de un clima escolar basado en el respeto, la solidaridad y la tolerancia, y el trabajo dentro del aula con el grupo clase».
Por último, apunta a que hay que «prestar atención a las normas implícitas que regulan las relaciones entre los chicos y chicas, que en la mayoría de las ocasiones permanecen ocultas para los adultos, pero determinan su forma de comportarse y de afrontar las diferentes situaciones sociales, normas que pueden conducir a considerar como normales comportamientos que son moralmente inaceptables. No olvidemos que si las situaciones de acoso y ciberacoso ocurren es porque el grupo lo está permitiendo».
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