Psicología

Si tienes estos 4 hábitos, tienes una inteligencia por encima de lo normal: lo dicen los psicólogos

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Blanca Espada

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La inteligencia no siempre se mide por títulos, premios o resultados académicos. A menudo, los pequeños gestos del día a día pueden ser los que en realidad, revelan más de lo que imaginamos sobre nuestra forma de pensar. Hábitos que a simple vista parecen manías o rarezas, pero que según varios psicólogos podrían ser señales de un coeficiente intelectual más elevado de lo normal.

Esto significa que no hace falta ser un genio reconocido para compartir comportamientos con mentes brillantes. De hecho, algunos de los grandes nombres de la historia de la tecnología, el arte o la ciencia han repetido patrones muy similares. Steve Jobs, por ejemplo, más allá de haber cambiado para siempre la manera en que usamos la tecnología, tenía rutinas aparentemente insignificantes que, con los años, se han asociado con una mente inquieta, creativa y adelantada a su tiempo. Lo interesante es que no hablamos de hábitos que son rebuscados ni poco comunes, sino de gestos bastante frecuentes que puede que incluso tú tengas, o que los reconozcas en alguien cercano. Y ahí está la clave: la inteligencia superior no siempre se esconde detrás de algo extraordinario, muchas veces se disfraza de costumbre corriente. Toma nota entonces, porque estos son los cuatro hábitos que, según los expertos, revelan inteligencia, o una mente por encima de la media.

Si tienes estos 4 hábitos, tienes una inteligencia por encima de lo normal

La primera de esas señales que revelarían una inteligencia mayor, tiene que ver con algo que generalmente se relaciona con algo negativo. Nos referimos a la obsesión, pero que en muchos casos está vinculada a un proceso creativo más profundo de lo que creemos. El doctor Craig Wright, de la Universidad de Yale, lo explicaba como el resultado de un largo tiempo de gestación cerebral. Esa tendencia a dar vueltas una y otra vez a un mismo proyecto o problema, en lugar de agotarnos, puede ser la chispa que enciende nuevas soluciones. Grandes inventores y empresarios han reconocido que muchas de sus mejores ideas nacieron de esa fijación casi constante por algo que parecía no resolverse. Lejos de ser un defecto, puede ser un signo de pensamiento complejo y de capacidad para conectar puntos que otros pasarían por alto.

El placer de trabajar en soledad

Otro de los rasgos que suelen repetirse en personas con alta inteligencia es la preferencia por trabajar en solitario. Esto no significa que la persona sea antisocial ni que no disfrute de la compañía de otros. Lo que ocurre es que su cerebro funciona de otra manera. Muchas investigaciones apuntan a que, cuando tienen momentos de soledad, quienes poseen una inteligencia más desarrollada consiguen centrarse mejor y observar con lupa lo que pasa a su alrededor.

Morderse las uñas: más que un gesto nervioso

A simple vista parece una manía infantil o una muestra de ansiedad. Sin embargo, varios psicólogos la interpretan de otra manera cuando aparece en personas con un alto nivel de creatividad. Este hábito, lejos de ser únicamente un tic, puede servir como mecanismo de autoestimulación. El propio Steve Jobs lo hacía en momentos de concentración, y lo usaba casi como una forma de enfocar la mente en lo importante. En términos neurológicos, pequeñas acciones repetitivas nos pueden servir para ayudar a liberar tensión y facilitar la atención sostenida. Por supuesto, no es un hábito saludable desde el punto de vista físico, pero su relación con la inteligencia va más allá de lo superficial.

Hablar con uno mismo: el poder del diálogo interno

De los cuatro hábitos, quizá el que más sorprende es el de hablar en voz alta con uno mismo. Puede sonar extraño, pero no tiene nada que ver con perder la razón. Al contrario, varios estudios realizados en universidades estadounidenses apuntan a que esta sería sin duda, una forma muy útil de poner orden en la mente. Y tiene sentido si lo piensas: cuando intentamos encontrar un objeto o resolver un problema, repetir en voz alta lo que estamos buscando nos ayuda a concentrarnos mejor y a dar con la solución antes. Y no queda ahí la cosa. Ese diálogo, si además es positivo, actúa como un refuerzo de la propia autoestima. Es decir, hablar en solitario no solo sirve para localizar las llaves que no aparecen, también contribuye a despejar el desorden mental y a caminar con más seguridad.

En definitiva, estos cuatro gestos demuestran que la inteligencia no siempre se expresa a través de grandes discursos ni en fórmulas complejas. A veces, se esconde en el modo en que repetimos pequeñas costumbres cotidianas. Ser obsesivo con un tema, disfrutar del trabajo en soledad, morderse las uñas o hablar en voz alta pueden parecer simples excentricidades. Pero, en realidad, detrás de ellos se esconde un patrón común: una mente que procesa la información de una forma distinta, más profunda y con una capacidad que le permite conectar ideas donde otros no ven nada.

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