¿Por qué razones quiero que vuelva mi ex si no era feliz con él?

Elsa Debra
Una pareja.

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No nos enamoramos de los hombres sino de cómo nos hacen sentir. Nos enamoramos de cómo nos sentimos a su lado: amadas, valiosas, importantes, respetadas, valoradas, acompañadas, admiradas, deseadas, etc. Nos reímos, conversamos, nos entretenemos, nos distraemos, nos divertimos, pasamos noches de pasión, y todo esto engancha mucho.

El cerebro produce 5 sustancias químicas (hormonas) que nos hacen sentir genial:

-La dopamina provoca placer y euforia al estar con ese hombre. Tiene un mecanismo muy fuerte de recompensa y por eso pensamos que necesitamos estar con él. El enamoramiento es como una droga, cuando el nivel de dopamina baja, aparecen la tristeza, la apatía e incluso la obsesión.

-La norepinefrina activa la adrenalina, y por lo tanto el corazón nos late muy rápido, nos sudan las manos y nos sonrojamos. Perdemos el control como en una montaña rusa. Sentimos alegría y nervios exagerados que nos quitan el hambre y el sueño. Ya no pensamos con claridad y, sin darnos  cuenta, solo existe una única persona sobre la faz de la tierra: él.

-La serotonina nos provoca felicidad simplemente por pensar en él o estar a su lado. Igual que ocurre en el caso de las drogas, nos acostumbramos a los niveles de la hormona y el cerebro cada vez necesita un chute más grande.

-La hormona de la oxitocina se libera cuando tenemos contacto físico, sobre todo durante el orgasmo. Nos abrazamos, nos besamos o simplemente nos cogemos de la mano, y nuestro cerebro se encarga de darnos otra dosis de oxitocina, haciendo que suban nuestras expectativas y sintamos más unión (irreal) con él.

-Luego está la feniletilamina que lo vuelve todo muy intenso. Se junta con el resto de las sustancias químicas del amor y nos hace sentir eufóricas, positivas y motivadas. Está claro que amar y estar enamorada son cosas muy distintas. Podemos amar a hombres de los que no estamos enamorados (amigos, familiares, compañeros de trabajo, etc) y podemos enamorarnos perfectamente de hombres a los que no amamos. Después de una o varias citas, es complicado amar a alguien.

Nos metemos en la cama con él, porque nos gusta, por lo que nos hace sentir, y no porque lo amamos. Y después nos sentimos vacías porque aún no era el momento. Porque aún no hemos conectado lo suficiente. Y sobre todo, nos sentimos culpables porque nos percatamos de que no es nuestro hombre ideal, y acto seguido llega la toma de conciencia: sí, nos hemos vuelto a equivocar. Empiezan a salir esas cosas que no nos gustan. Él empieza a comportarse de forma más evasiva y más distante. Tiene cosas más importantes que hacer que prestarnos atención.

Ahora es cuando nuestra mente activa el mecanismo de protección. Para no estar solas, la relación no puede acabar. Para que no se acabe, ese hombre debe cambiar. Y si cambia nos sentiremos muy especiales y muy importantes. Con papá, no lo hemos conseguido.

Siempre estaba trabajando y nosotras hemos interpretado que no éramos importantes para él. Engancha muchísimo ese reto de volver con el chico en cuestión para seguir intentando que cambie. Decidimos ayudarle a sanar, a crecer, a ser más maduro, a ser más atento, etc. Se nos activa el rol de salvadora. Nos convertimos en su psicóloga, su coach, su mentora, incluso en su gestora financiera. Y eso jamás va a funcionar. Nos empeñamos en pedirle y exigirle cambios, le damos mil consejos, le recomendamos libros y terapias, y por el camino perdemos toda nuestra energía.

Por un lado, vemos que no sirve de nada. Y por otro lado, nos frustramos y nos enfadamos porque no recibimos nada a cambio de todo nuestro esfuerzo. Porque él no quiere cambiar.

Y cada vez se aleja más. Le controlamos y manipulamos más. Su comportamiento evasivo sigue creciendo. Estamos metidos en un círculo vicioso sin salida.

Nos enamoramos por cómo nos sentimos a su lado. Por la misma razón, no lloramos ni sufrimos por los hombres, sino por cómo nos sentimos cuando nos abandona o nos rechaza. Nos sentimos solas, raras, abandonadas, feas, rechazadas, pesadas, conflictivas, aburridas, etc. Esa es una de las razones por las que queremos volver con él. Mola mucho más pasarlo genial y sentirse deseada y amada. Aunque ese hombre en el fondo no nos gusta.

Estamos con él para no sentirnos abandonadas. Para sentir esas mariposas. Nuestra mente está diseñada principalmente para ayudarnos a sobrevivir. Nuestro cerebro tiene varios mecanismos de supervivencia. El primero se encarga de evitar el dolor a corto plazo. El segundo se encarga de atraer placer a corto plazo. Nuestra mente nos convence a que sigamos con él, que sigamos pensando en él, porque sentirnos solas, rechazadas y abandonadas duele demasiado. Seguimos acostándonos con él, para obtener placer instantáneo.

El problema de estos mecanismos, es que a largo plazo, nuestro dolor será mucho más grande. Cuanto más tiempo pasamos con un hombre, cuánto más veces nos acostamos con él, más nos enganchamos y más complicado será dejar la relación. Y más rechazadas, abandonadas y solas nos sentiremos. Cuando pensamos que es nuestro corazón que quiere volver con él, si en el fondo no nos gusta ese hombre, si sufrimos en la relación, no es el corazón sino la mente que quiere volver.

Al tomar consciencia de estos mecanismos de la mente, podemos aprender a observarlos y cambiar nuestros patrones dañinos. Debemos aprender a centrarnos en evitar dolor y obtener placer, pero a largo plazo. Debemos aprender a escuchar a nuestro corazón, que no quiere estar con él. Nuestro corazón quiere que seamos felices a largo plazo. Y que no suframos más adelante. Aprendamos a ser más coherentes, a tomar decisiones desde la tranquilidad y la confianza, y no desde el miedo o desde la frustración.

Tomemos distancia total de nuestro ex para conseguir esa coherencia, esa tranquilidad y esa confianza. Con las emociones a tope es imposible tomar decisiones desde el sentido común. El contacto 0 es una técnica perfecta para volver a conectar con nosotras y escuchar nuestro corazón. Es una forma excelente para analizar nuestro comportamiento y nuestros errores, para que podamos romper con nuestros viejos patrones.

Nuestro corazón quiere sanar y crecer por lo que volver con él no tiene ningún sentido. Cada ser humano, y por lo tanto cada mujer, en el fondo lo único que busca es paz interior. Perseguimos la paz. Creemos que lo vamos a conseguir con una pareja. Creemos que lo conseguiremos cuando vuelva nuestro ex. Si él no quiere cambiar, y nosotras no sabemos cómo cambiar nuestro comportamiento, no tiene ningún sentido volver. Mejor busquemos cosas distintas, dentro de nosotras, para conseguir esa paz en nuestro interior.

Debemos dedicarnos tiempo, hacer lo que nos apasiona, pasar tiempo en la naturaleza, cargar nuestras pilas cada día, hacer cambios en nuestra vida, en nuestro alrededor. La autoestima no crece con ejercicios de 5 minutos al día. Crece cuando dejamos de perderla por todas nuestras decisiones incoherentes. Porque vamos detrás de alguien que no va a cambiar. Que no es para nosotras.

Si somos incoherentes en nuestras relaciones, lo estamos siendo en todas las facetas de nuestra vida, sin darnos cuenta. Si queremos mantener alto el nivel de las substancias químicas del amor, no hace falta que volvamos con nuestro ex. Necesitamos experiencias enriquecedoras y pensamientos positivos. Porque los pensamientos desagradables, las falsas interpretaciones, las preocupaciones y los enfados bajan el nivel de las hormonas de la felicidad.

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