Lundbeck

«Más solos que nunca»: la salud mental juvenil en jaque por ansiedad, autolesiones y un mundo muy veloz

"Los cambios sociales se suceden hoy a una velocidad que el cerebro humano no puede procesar"

salud mental juvenil
Momento del Seminario de Lundbeck en Barcelona.
Diego Buenosvinos

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Las cifras hablan por sí solas: los trastornos de salud mental en adolescentes se han duplicado desde la pandemia. Y con ellos, las ideas suicidas y las autolesiones. Casi el 45 % de los jóvenes diagnosticados con problemas como ansiedad o depresión se ha infligido daño físico. ¿La razón? «El dolor físico es más llevadero que el emocional», explica la psiquiatra Elisa Seijo, una de las voces que ha participado en el XXIII Seminario Lundbeck, celebrado bajo el título Alerta joven, ¿por qué están más deprimidos los jóvenes?

«Esto no explotó con la covid. Es un proceso que lleva décadas»
El aumento del sufrimiento psíquico en la juventud no puede achacarse únicamente a la pandemia. Así lo defiende el psiquiatra Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital General Universitario Gregorio Marañón:

«No podemos ser ni catastrofistas ni tremendistas. Hemos visto un aumento paulatino en las últimas décadas, pero no es una única generación, son varias». Según Arango, la pandemia fue un acelerador, pero no la raíz. El verdadero problema es más profundo: «Los cambios sociales se suceden hoy a una velocidad que el cerebro humano no puede procesar. Antes, una transformación como el paso del nomadismo a la agricultura tardaba milenios. Hoy aparecen la inteligencia artificial o las redes sociales y no hay tiempo de adaptación».

Trastornos que debutan antes y golpean más a las chicas

La edad media de inicio de los trastornos mentales se sitúa en los 14,5 años, y los más comunes son la ansiedad y la depresión. Ambas han crecido notablemente:

  • Ansiedad: del 17,8 % en la era precovid al 25,7 %
  • Depresión: del 13,8 % al 31,5 %

Además, las chicas presentan el doble de prevalencia que los chicos. “Un 23,2 % de las adolescentes sufre ansiedad y un 17 % depresión, frente al 12,2 % y 7,3 %, respectivamente, de los varones”, detalla Seijo.

Las causas son multifactoriales: antecedentes familiares, presión académica, acoso escolar, falta de sueño, uso excesivo de pantallas y un entorno emocional inestable.

Autolesiones: «El pan nuestro de cada día»

Uno de los síntomas más alarmantes que ha emergido con fuerza en las consultas es la autolesión no suicida. Su prevalencia ha alcanzado el 18 % a nivel global, y entre los jóvenes diagnosticados asciende al 45,6 %.

«Se autolesionan porque no pueden poner en palabras lo que sienten y lo expresan en el cuerpo. Prefieren el daño físico al dolor emocional», explica la doctora Seijo.

El pico de estas conductas se sitúa entre los 14 y 15 años, y suele descender en la adolescencia tardía. Sin embargo, no siempre se trata de conductas suicidas: muchas veces son un intento desesperado de gestionar el malestar interno.

Suicidio: más allá de la ideación

Más del 55 % de los adolescentes ha tenido ideas suicidas alguna vez, y el 18 % ha llegado a intentarlo, según datos del Observatorio de Salud Mental Infanto-Juvenil – Fundación FAD Juventud. La detección precoz es vital, y ahí la Atención Primaria juega un papel crucial:

«Se puede prevenir el suicidio mediante un buen entrenamiento de los profesionales sanitarios. Hay que hacer una buena detección en Atención Primaria», afirma Celso Arango.

También destaca la importancia de las señales físicas, que muchas veces son la única pista visible para los profesionales, como señala Lorenzo Armenteros, médico del Centro de Salud Islas Canarias de Lugo.

La otra pandemia: soledad, redes sociales y cannabis

El entorno digital también ha jugado un papel crucial en el deterioro del bienestar emocional juvenil.

«Las relaciones digitales matan las personales. La soledad no deseada reduce la esperanza de vida más que fumar 15 cigarrillos o beber seis copas diarias», advierte Celso Arango.

Esta hiperconexión lleva, paradójicamente, a una desconexión emocional. Además, las redes sociales, al igual que el uso temprano de sustancias como el cannabis, influyen negativamente. El inicio en el consumo se sitúa en los 14,9 años y el 15,1 % de los jóvenes españoles de entre 15 y 34 años ha consumido en el último mes, la mayor prevalencia de Europa, según el informe europeo sobre drogas.

«La prevención es mucho más útil que memorizar los reyes visigodos»

Ante este panorama, la receta que más repiten los expertos es clara: prevención. Se puede —y se debe— intervenir antes de que el sufrimiento explote.

«Estamos acostumbrados a tapar agujeros. Pero lo que funciona en Medicina es la prevención. La ciencia ha demostrado que podemos prevenir todas las enfermedades mentales» insiste Arango.

Y ahí el papel de los centros educativos es clave. Según los expertos, invertir en salud mental escolar sería más coste-efectivo que muchas asignaturas tradicionales: «Sería mucho más útil que enseñar los reyes visigodos», concluye con ironía Arango.

Atención primaria

La doctora Elisa Seijo, psiquiatra infantil y de la adolescencia y responsable de Hospitalización Psiquiátrica Infantojuvenil en el Hospital Universitario Central de Asturias, subraya que el aumento de los cuadros depresivos en jóvenes no responde a una causa única y sencilla, sino a una compleja interacción de factores.

«La propia etapa infantojuvenil, marcada por profundos cambios neurológicos, es un elemento clave. Coloca a los adolescentes en una posición de vulnerabilidad, donde deben enfrentarse a nuevas situaciones sin disponer aún de las herramientas emocionales necesarias».

Por su parte, el doctor Lorenzo Armenteros, médico de Atención Primaria en el Centro de Salud Islas Canarias de Lugo, destaca el papel fundamental que desempeña el médico de familia en el abordaje de estos casos:

«No nos limitamos al diagnóstico. Realizamos el seguimiento, acompañamos al joven y evitamos que se sienta solo en su proceso. Nuestro trabajo va más allá de lo clínico: somos aliados esenciales en su recuperación y bienestar emocional».

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