Dietista y Nutricionista de Onelife Center

Laura Arranz: «En algunos casos, la intolerancia a la lactosa se puede revertir»

lactosa
"La intolerancia a la lactosa en nuestro país tiene una prevalencia de entre un 30 a un 50%", afirma.

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La intolerancia a la lactosa es un fenómeno común que afecta a un considerable porcentaje de la población mundial. A diferencia de la alergia a la leche, la intolerancia a la lactosa no involucra el sistema inmunológico, sino que se trata de la incapacidad del organismo para descomponer y absorber adecuadamente el azúcar presente en los productos lácteos, conocido como lactosa, tal y como explican en la Clínica Mayo. Este problema gastrointestinal puede manifestarse en diversos grados, desde molestias leves hasta síntomas más pronunciados, y su prevalencia varía según las poblaciones étnicas.

La importancia de abordar la intolerancia a la lactosa trasciende la esfera individual y alcanza aspectos sociales y nutricionales. La lactosa es un componente fundamental de muchos productos lácteos que, además de proporcionar nutrientes esenciales como calcio y vitamina D, son pilares importantes en la dieta de muchas culturas. La incapacidad para digerir la lactosa puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de quienes la padecen, afectando sus opciones alimenticias y, en algunos casos, dando lugar a deficiencias nutricionales, según el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid.

La falta de comprensión sobre la intolerancia a la lactosa puede llevar a malentendidos y estigmatización, destacando la relevancia de educar a la comunidad en general sobre este tema, explica la nutricionista Laura Isabel Arranz, de Onelife Center. OKSalud la entrevista para que nos hable del aumento de los casos y el por qué de ello. 

PREGUNTA.- ¿Cuáles son las razones detrás del aumento en el número de personas diagnosticadas con intolerancia a la lactosa en los últimos años?

RESPUESTA.- La intolerancia a la lactosa en nuestro país tiene una prevalencia de entre un 30 a un 50% de la población siendo un tema cada vez más conocido y mejor diagnosticado. El hecho de que en los últimos años estemos prestando la atención que merece a los problemas digestivos, a los trastornos gastrointestinales e intolerancias alimentarias hace que en la actualidad haya más cantidad de personas correctamente diagnosticadas de intolerancia a la lactosa. También es debido a que han mejorado las pruebas para valorar esta problemática.

P.- ¿Existen factores genéticos que puedan explicar la predisposición de algunas personas a desarrollar intolerancia a la lactosa?

R.- Por supuesto, hay personas que genéticamente están más predispuestas a perder su capacidad de digerir la lactosa y eso pasa en una parte importante de la población, en un tercio o más. En esos casos se trata de intolerancia a la lactosa primaria, es decir, ya no podemos digerirla bien y nos da problemas, por una falta de la producción irreversible de la enzima lactasa por parte de nuestro organismo. Después hay otros factores relacionados con nuestra alimentación y estilo de vida que también pueden estar implicados en intolerancias a la lactosa secundarias que pueden ser reversibles.

P.- ¿Cómo afecta el estilo de vida moderno y los cambios en la dieta a la prevalencia de la intolerancia a la lactosa? ¿Aumenta la intolerancia a la lactosa?

R.- Nuestro estilo de vida es en la actualidad muy moderno pero muy antinatural. Vivimos deprisa, estresados, sin tiempo para nosotros, durmiendo menos de lo necesario, con mucho sedentarismo y comiendo, en general, no del todo bien. Esto afecta a nuestra microbiota intestinal y puede afectar a nuestra capacidad de digerir la lactosa de manera que parte de las intolerancias actuales son debidas a todo esto y se pueden evitar y también pueden ser reversibles si tomamos medidas.

P.- ¿Qué papel desempeña la microbiota intestinal en la capacidad de digerir la lactosa y cómo podría estar relacionado con el aumento de casos de intolerancia?

R.- Sabemos que en personas con alteraciones de la microbiota intestinal (disbiosis intestinal) puede aparecer intolerancia a la lactosa como consecuencia. Sabemos también que las bifidobacterias y lactobacilos de nuestro intestino pueden hidrolizar o digerir la lactosa, de manera que es lógico que cuando nuestra microbiota se desequilibra y pierde parte de la población de estos microorganismos capaces de ayudarnos con la lactosa, aparece una intolerancia secundaria que es reversible si hacemos lo adecuado para recuperar el equilibrio. 

P.- ¿Hay alguna evidencia que sugiera una relación entre el uso excesivo de antibióticos y el desarrollo de intolerancia a la lactosa?

R.- No directamente, pero sí en el sentido de que un uso excesivo no adecuado de antibióticos daña nuestras poblaciones de microorganismos en la microbiota y eso repercute en muchísimos aspectos de nuestra salud, entre ellos la tolerancia a ciertos nutrientes/alimentos como la lactosa.

P.- ¿Cómo influyen los factores ambientales y la exposición a determinados agentes en el aumento de la intolerancia a la lactosa?

R.- Algunos factores ambientales como el estrés, la contaminación, el tabaco, etc., pueden afectar negativamente a nuestra microbiota y por tanto podrían afectar indirectamente a nuestra tolerancia a la lactosa.

P.- ¿Existen estrategias de prevención o medidas específicas que puedan adoptarse para reducir la incidencia de intolerancia a la lactosa en la población?

R.- Sobre todo, cuidar nuestro estilo de vida y nuestra alimentación, cuanto más saludable sea todo menos probable será que podamos tener una intolerancia a la lactosa provocada por desequilibrios en la microbiota. Ya hemos visto que ciertos microorganismos nos ayudan a digerir parte de la lactosa que ingerimos. De todos modos, en los casos de intolerancias primarias es difícil establecer si existen factores de prevención puesto que hay una determinación genética que hace que dejemos de producir la enzima lactasa y, por tanto, dejemos de ser capaces de digerir la lactosa. En cualquier caso un buen consejo sería llevar una dieta equilibrada en la que haya lácteos en moderación (sin excesos) y preferiblemente de tipo yogur, kéfir y quesos madurados, pues son los que aportan menos lactosa. Al fin y al cabo es importante no sobrecargar nuestro sistema.

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