Lara Rojas, donante de médula: «No hay nada más gratificante que poder salvar una vida»
"No duele absolutamente nada de nada. Te tumbas en una cama y esperas a que las máquinas hagan su trabajo"
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Cada año, el 27 de septiembre se celebra el Día Europeo del Donante de Médula Ósea con el objetivo de concienciar, promover e impulsar la donación de médula ósea en todo el mundo para ayudar a pacientes que sufren distintas enfermedades debido a daños de este tejido que es fundamental para la vida.
La donación de médula ósea en nuestro país es voluntaria y altruista. Tal y como explican en la Fundación Josep Carreras, este proceso se rige por el principio de solidaridad internacional ya que cualquier persona inscrita como donante de médula ósea está en disposición de dar progenitores hematopoyéticos (células madre de la sangre) mediante una extracción de sangre a cualquier persona del mundo que lo necesite.
Cuando tenía 18 años, Lara Rojas Lepine empezó a donar sangre de manera periódica en el Centro de Transfusiones de la Comunidad de Madrid. Cuando cumplió los 23 años fue allí con su novio (y actual marido) donde les preguntaron si querían ser donantes de médula. Ella que ya donaba sangre, plaquetas y plasma lo vio como una oportunidad más para ayudar a los demás y se apuntó a la lista sin dudarlo, lo mismo que su pareja. «Sólo nos tuvimos que hacer unos cuantos análisis de sangre. La oportunidad de poder salvar a alguien compensa con creces las molestias», declara en entrevista a OKSALUD.
PREGUNTA.- ¿Cómo recibió la noticia de que había un receptor compatible con su médula ósea?
RESPUESTA.- Al principio me sorprendí mucho cuando me llamaron Centro de Transfusiones de la Comunidad de Madrid porque casi se me había olvidado el tema, ya que habían pasado 20 años desde que me hice donante de médula. De hecho, las enfermeras que me atendieron me comentaron que era rarísimo que me hubieran llamado después de dos décadas de espera.
La llamada que recibí en el mes de enero preguntándome si quería donar mis células para un paciente muy enfermo fue muy sorprendente pero también muy gratificante. La oportunidad de salvar una vida compensa con creces todo el proceso de donación.
P.- ¿Cómo ha sido el proceso de donar?
R.- Facilísimo. Cuando me llamaron en enero me dijeron que éramos tres donantes posiblemente compatibles con un paciente y que si quería seguir con el proceso de donación me tenían que hacer unas pruebas adicionales para determinar si yo sería la elegida. Acepté si dudarlo y me sometí a las pruebas que fueron sencillísimas, las típicas: análisis, electrocardiograma, radiografías, etc.
Tras recibir los resultados de las pruebas me comunicaron que la elegida para donar era yo ya que era 100% compatible con el paciente y que debía acudir al hospital para la donación en marzo. Acudí a la cita el 18 de marzo y estuve ingresada unas cinco horas mientras me extraían sangre. No duele absolutamente nada de nada. Te tumbas en una cama y esperas a que las máquinas hagan su trabajo. Además, las enfermeras del Gregorio Marañón fueron encantadoras y me atendieron fenomenal. Como ya dono plasma, que son unas tres horas cada vez, no me supuso ningún esfuerzo estar un poquito más conectada. ¿Qué nos supone en nuestro día a día un par de mañanas si a cambio salvas una vida? Pues nada de nada.
P.- ¿Qué requisitos especiales hay que cumplir para ser donante de médula?
R.- Además de pasar las pruebas médicas, no se pueden tener tatuajes, no se puede haber viajado a determinados países del mundo en el último año y por supuesto, hay que estar sano. Yo hago mucho deporte y cuido la alimentación, así que por ese lado tampoco tuve problemas.
A partir de que te eligen y hasta que donas, te piden que lleves una vida sana y te cuides más de lo habitual para no enfermar, que no te hagas tatuajes, que no compartas cepillo dental ni productos de higiene, etc. Cosas super básicas que no cuesta nada cumplir.
Lo más importante es que tú te comprometas porque es algo muy serio, o sea, si te echas atrás, el paciente se puede morir. Así que es una experiencia intensa pero no hay nada más bonito que salvar una vida.
P.- ¿Qué impacto ha tenido la donación de médula ósea en tu vida diaria y en tu salud en general?
R.- Ha sido un impacto emocional muy muy positivo que no me ha supuesto ningún esfuerzo ni ha trastocado mi vida para nada. Sólo tuve que ir una mañana al Hospital y estar tranquila y sin hacer deporte los días de antes y después de la donación, o sea, nada. Siempre digo que el día que doné sé que mis ‘células bailonas’ salvaron la vida a alguien. ¿Hay algo más gratificante que eso?
P.- ¿En algún momento ha conocido la identidad del receptor?
R.- No. Todo el proceso es completamente confidencial y anónimo. Ni siquiera sé si es una persona española porque la base de datos de donantes es internacional. Puede que mi receptor esté en Alemania, en China, en Portugal…en cualquier parte del mundo.
P.- ¿Qué mensaje le darías a la gente en el Dia Mundial de Donación de Médula?
R.- Pues lo primero de todo que se animen a ser donantes. Lo segundo, decirles que es algo absolutamente indoloro que sólo es un análisis de sangre. Todavía hay gente que cree que hay que hacerse una punción lumbar como antiguamente y tiene miedo de que les duela o les tengan que operar. Pero no es así. Desde aquí me gustaría animar a todo el mundo a que fuera a su centro de transfusiones más cercano y se apuntara porque no cuesta nada de nada, es todo facilísimo y se pueden salvar vidas de verdad.
P.- ¿Qué acciones o campañas creen que faltan para hacer llegar este mensaje a la población?
R.- Creo que la educación es básica. Habría que enseñar en los colegios y en las universidades lo que es ser donante de médula y hacer campañas de difusión para que se apuntaran a la lista de donante al cumplir la mayoría de edad. Además, en las redes sociales se puede hacer mucha difusión. Por ejemplo, los donantes y los receptores pasamos a ser de la comunidad «equipo médula» y hay muchas actividades y reuniones a las que puedes acudir.