Isabel Martorel: «El SIBO es una consecuencia de problemas digestivos previos»
Entre el 15 y el 20% de la población sufre SIBO
Qué es el SIBO: síntomas, tratamiento, cómo es la prueba y qué dieta debes seguir
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En los últimos años, los problemas digestivos han cobrado protagonismo en el ámbito de la salud, con un notable aumento en el diagnóstico de afecciones como el SIBO (Sobrecrecimiento Bacteriano en el Intestino Delgado) y las intolerancias alimentarias. Según datos de The American Journal of Gastroenterology, el SIBO afecta ya a entre el 15 y el 20% de la población, mientras que las intolerancias alimentarias se han incrementado un 20% en la última década. Esta situación plantea desafíos significativos para quienes buscan una vida libre de malestares digestivos y obliga a profesionales de la salud a replantear el abordaje de la nutrición y el bienestar intestinal.
En esta entrevista, Isabel Martorell, doctora en Biomedicina y responsable del equipo de Nutrición y Salud en Nootric, comparte con OKSalud su experiencia y conocimientos sobre el impacto de estos trastornos en la vida de los pacientes, los enfoques más efectivos en diagnóstico y tratamiento, y los cambios necesarios en la educación y prevención en salud digestiva. A lo largo de la conversación, la experta nos ofrece una visión actualizada sobre cómo el SIBO y las intolerancias alimentarias están moldeando los hábitos de vida y qué podemos hacer para promover una mejor salud intestinal.
PREGUNTA.-¿Qué factores cree que han contribuido al aumento de casos de SIBO y de intolerancias alimentarias en la última década?
RESPUESTA.- El aumento de los casos de SIBO e intolerancias alimentarias en la última década puede explicarse por varios factores, comenzando con que el SIBO es, en muchos casos, una consecuencia de problemas digestivos previos más que una causa inicial. El SIBO tiende a desarrollarse a partir de condiciones subyacentes, como alteraciones en la motilidad intestinal, comunes en el síndrome de intestino irritable (SII), o del uso prolongado de ciertos medicamentos que modifican la microbiota. Así, aunque el tratamiento con antibióticos pueda ofrecer un alivio temporal, el problema puede reaparecer si no se trata la causa original, lo que pone en relieve la importancia de un diagnóstico integral y personalizado.
Por otro lado, el incremento en las intolerancias alimentarias puede estar relacionado con el estilo de vida y los cambios en los patrones alimentarios modernos, más ricos en alimentos procesados y con menor aporte de fibra, lo cual afecta la microbiota intestinal y favorecer el desarrollo de intolerancias. Además, los avances en pruebas diagnósticas han permitido identificar de forma más precisa estas condiciones, que antes podían no detectarse y asumirse como problemas digestivos inespecíficos.
P.- ¿Cuáles son los síntomas más comunes del SIBO y cómo pueden diferenciarse de otras afecciones digestivas como el síndrome de intestino irritable?
R.- Los síntomas más comunes del SIBO incluyen hinchazón, gases, dolor abdominal, diarrea y malabsorción de nutrientes. Aunque estos síntomas son similares a los del síndrome de intestino irritable, las personas con SIBO suelen experimentar síntomas más severos después de consumir alimentos ricos en carbohidratos fermentables, algo que es menos característico del SII.
P.- Desde su experiencia, ¿qué papel juega la microbiota en el desarrollo de SIBO y en el aumento de las intolerancias alimentarias?
R.- La microbiota intestinal cumple una función crucial en la salud digestiva y general. Cuando hay un desequilibrio en la microbiota, puede alterarse la motilidad intestinal y la respuesta inmunológica del cuerpo, lo que favorece condiciones como el SIBO, que es un tipo de disbiosis. Las alteraciones en la microbiota también pueden aumentar la permeabilidad intestinal, lo que facilita la aparición de intolerancias alimentarias y reacciones adversas a componentes de la dieta. La disbiosis puede favorecer tanto el sobrecrecimiento bacteriano en zonas donde no deberían estar presentes, como en el intestino delgado, como la inflamación asociada a intolerancias.
P.- ¿Existen pruebas específicas y confiables para diagnosticar el SIBO y cómo se diferencian de las utilizadas para diagnosticar intolerancias alimentarias?
R.- Sí, la prueba más común y confiable para diagnosticar el SIBO es el test de aliento con lactulosa o glucosa, que mide la producción de hidrógeno y metano en el aliento tras consumir estos azúcares, siendo específica para detectar el exceso de bacterias en el intestino delgado. Sin embargo, como señala el nutricionista Julio Basulto, el uso excesivo de este tipo de pruebas ha llevado a un posible sobrediagnóstico de SIBO, incluso en personas sin una patología digestiva relevante. Por eso, es fundamental que los resultados del test se complementen con una evaluación clínica completa, considerando la historia y los síntomas del paciente.
Para las intolerancias alimentarias, en cambio, se emplean pruebas distintas, como la detección de enzimas específicas (por ejemplo, la lactasa en la intolerancia a la lactosa), análisis de sangre o protocolos de eliminación y reintroducción de alimentos. Estas pruebas permiten identificar la respuesta individual a ciertos alimentos y evitan diagnósticos incorrectos que puedan derivar en restricciones alimentarias innecesarias.
P.- ¿Qué tipo de dieta o plan de alimentación suele recomendarse en el tratamiento de SIBO, y cuáles son los mayores desafíos para los pacientes en su adherencia?
R.- Una alimentación baja en FODMAPs suele recomendarse en el tratamiento del SIBO, ya que limita los carbohidratos fermentables que las bacterias usan como alimento, ayudando a reducir los síntomas. Sin embargo, no se recomienda seguir un plan bajo en FODMAPs indefinidamente, ya que restringir estos alimentos de forma prolongada puede afectar negativamente a la microbiota intestinal y reducir la diversidad bacteriana, clave para la salud digestiva. Por eso, es esencial una reintroducción gradual de los FODMAPs bajo supervisión profesional, permitiendo identificar los alimentos específicos que pueden desencadenar síntomas y evitando déficits nutricionales.
Además, puede recomendarse un patrón antiinflamatorio, basado en alimentos no procesados y bajos en azúcar, para reducir la irritación intestinal. La adherencia a estas pautas puede resultar desafiante debido a las restricciones, por lo que el apoyo de un profesional es fundamental para asegurar un equilibrio nutricional adecuado y evitar deficiencias a largo plazo.
P.- En cuanto al tratamiento, ¿cuál es la efectividad de los enfoques basados en antibióticos en comparación con las intervenciones dietéticas y probióticas?
R.- Los antibióticos, como la rifaximina, son efectivos para reducir temporalmente las bacterias en el intestino delgado y aliviar los síntomas de SIBO. Sin embargo, su eficacia suele ser mayor cuando se combinan con cambios dietéticos y, en algunos casos, con probióticos que ayudan a restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal. El enfoque dietético es fundamental para mantener los resultados a largo plazo, ya que una vez terminado el tratamiento con antibióticos, la dieta y los probióticos ayudan a evitar recaídas. Para ello, en Nootric, servicio de nutrición digitalizada, tenemos un equipo de nutricionistas especializado en distintas áreas de salud y que trata a cada paciente atendiendo su sintomatología y sus condiciones únicas para establecer el mejor patrón de alimentación para cada persona.
P.- ¿Considera que el estrés y el estilo de vida juegan un rol en el desarrollo y tratamiento del SIBO? ¿Qué recomendaciones de cambio de hábitos suele aconsejar a sus pacientes?
R.- El estrés y el estilo de vida influyen notablemente en el desarrollo y tratamiento del SIBO. El estrés crónico puede alterar la motilidad intestinal y la respuesta inmunitaria, ambos factores que contribuyen al sobrecrecimiento bacteriano. Recomiendo a los pacientes realizar prácticas de manejo del estrés, como el ejercicio moderado, la meditación o el yoga, así como asegurar una correcta higiene del sueño. También, es importante seguir una alimentación consciente, así como masticar despacio para facilitar la digestión y reducir la carga en el sistema digestivo.
P.- Con el aumento de las intolerancias alimentarias, ¿qué cambios prevé que deberían realizarse en la educación nutricional y en la medicina preventiva para mejorar la salud digestiva de la población?
R.- Para mejorar la salud digestiva de la población, es fundamental que se incluya la educación sobre alimentación variada y equilibrada desde edades tempranas. También, fomentar el conocimiento sobre la microbiota y su rol en la salud, así como sobre el impacto de los alimentos procesados y los hábitos de vida en el sistema digestivo. En la medicina preventiva, una mayor colaboración entre médicos y nutricionistas como la que ofrecemos en Nootric, ayudará a identificar y tratar los problemas digestivos y las intolerancias de forma temprana, lo que reducirá el riesgo de complicaciones a largo plazo y mejorará la calidad de vida de los pacientes.