La incontinencia urinaria: un problema sin género que debes saber

La incontinencia urinaria: un problema sin género que debes saber
La incontinencia urinaria: un problema sin género que debes saber

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Aunque la mayoría de los adultos saben que al cumplir años es posible que aparezca la incontinencia urinaria, casualmente por televisión solo se visibilizan las pérdidas de orina femeninas mediante toda la publicidad que envuelve las compresas pensadas para combatirlas pero, ¿sabías que también hay muchos hombres que empiezan a sufrir este problema alrededor de los 60 años?

En ambos casos, se trata de un problema que, aunque es de lo más común, todavía se considera tabú, y es por ello que, a veces, puede parecer que hay poca información al respecto.

Esto provoca que al empezar a experimentar este problema, no haya demasiadas personas que hablen sobre ello o que pregunten sus dudas acerca de cómo resolver sus preocupaciones, y en consecuencia, hay muchas personas sufriendo incontinencia urinaria en silencio y con algo de vergüenza sin saber por qué ocurre o qué puede hacerse para mejorar nuestra calidad de vida aun con este inconveniente.

Existen diversos tipos de problemas o impedimentos que causan este problema

Precisamente porque puede haber diversas causas que motiven la aparición de la incontinencia -como la cirugía radical prostática, la radioterapia por cáncer de próstata, la cirugía o el traumatismo pélvico (que afecta a la musculatura del suelo pélvico y al esfínter que controlan la micción), la hiperplasia benigna de próstata e incluso la diabetes-, no debemos pensar que esta se debe siempre a un mal funcionamiento del esfínter envejecido.

Es importante tener en cuenta que hay distintos tipos de incontinencia y que es vital conocer la causa para poder aplicar el tratamiento correcto.

No es lo mismo la incontinencia por rebosamiento (que se produce cuando la vejiga no se vacía por completo), que la incontinencia imperiosa que aparece en forma de una necesidad repentina e intensa de orina seguida de una pérdida involuntaria de orina (que puede deberse tanto a una infección menor como a una enfermedad más grave, como un trastorno neurológico o diabetes).

De la misma manera que la incontinencia funcional derivada de un deterioro físico (como lo es la artritis) o mental que nos impide llegar al baño a tiempo, no tiene nada que ver con la incontinencia de esfuerzo que ocurre al ejercer presión sobre la vejiga al toser, estornudar, reír, hacer ejercicio o levantar algo pesado.

Es por ello que un correcto diagnóstico es fundamental para aplicar el tratamiento adecuado.

Mejorar la calidad de vida es posible

Desde la realización de ejercicios de rehabilitación del suelo pélvico en sesiones de fisioterapia o la ingesta de fármacos especiales hasta las cirugías correctoras con mallas o los tratamientos más avanzado como la implantación de un esfínter urinario artificial (que se utiliza en los casos más graves), existen multitud de opciones para tratar cada caso concreto.

Es por ello que, si la incontinencia se ha vuelto un problema grave que afecta a tus relaciones personales o que ha provocado que dejes de hacer algunas actividades que antes disfrutabas, no dudes en consultar a un médico para descubrir qué puedes hacer para mejorar tu calidad de vida cuanto antes de forma sencilla.

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