Una paciente con hernias discales relata su experiencia

«El dolor podía durar varios días hasta que la medicación hacía su efecto»

"Me daban fuertes pinchazos en el centro de la espalda y me quedaba doblada, sin movilidad"

"La cirugía se reserva para aquellos pacientes en los que el dolor no mejora con el tratamiento conservador o en los que la lesión sufrida es grave", explica el doctor Lagares

dolores espalda
Los casos de hernias discales representan entre un 20 y un 30% del total de los dolores de espalda.

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Los Informes Anuales del Sistema de Salud de España explican que el dolor de espalda es el trastorno crónico más frecuente entre la población. Concretamente los casos de hernias discales representan entre un 20 y un 30% del total de los dolores de espalda, según datos facilitados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La institución, además, señala que un 80% de la población adulta mundial tendrá problemas en la espalda en algún momento de su vida.

En el caso concreto de las hernias discales, las más frecuentes en España son las de tipo lumbar en las vértebras L4-L5 y las que se producen más fácilmente son las cervicales, debido a que la estructura de los discos de la columna en esa parte del cuerpo es más frágil y pequeña.

La enfermedad se produce a raíz de una rotura de uno de los anillos que tiene el disco, que está formado por varios de estos situados de pequeños a grandes, de dentro hacia afuera. Dentro del disco hay una especie de anica denominada núcleo pulposo que sale hacia afuera como una gelatina, a través de un pequeño espacio entre las vértebras, cuando se rompe uno de esos anillos.

Esta situación puede producir el pinzamiento de un nervio o la disminución del espacio que hay en la médula espinal. Así lo explica Ana Fernández Gómez-Cano, fisioterapeuta, osteópata y especialista en terapia de movimiento y rehabilitación con método Pilates y Gyrotonic en la Clínica Alivia Fisioterapia.

Causas y posibles tratamientos

Desde la experiencia que le otorga su trabajo, Fernández Gómez-Cano explica algunas de las causas por las se puede romper un disco: «Puede ocasionarse por un traumatismo (caída sobre la pelvis) o una mala postura forzada y mantenida en el tiempo que provoca que la columna no sea capaz de amortiguar correctamente».

En el caso de la mala postura, este hábito ampliamente extendido entre la población «provoca una deshidratación del disco que contiene agua». Y detalla: «Al tomar una mala posición, ese disco se va deshidratando hasta tal punto que acaba rompiéndose uno de los anillos, y luego otro». Aunque en un principio «el paciente no es consciente de esta situación, porque no tiene dolor», la molestia acaba llegando, y lo hace «cuando ya se ha salido ese núcleo hacia afuera», advierte la especialista.

Por su parte, el Dr. Alfonso Lagares, neurocirujano en el Hospital Ruber Juan Bravo de Madrid, explica que «el tratamiento más frecuente, o al menos por el que debemos comenzar si no hay alteración neurológica, es el conservador: reposo relativo y tratamiento rehabilitador». En caso de que el paciente sienta un alto grado de aflicción, «el tratamiento a través de la unidad de dolor puede ser muy efectivo para permitir el tratamiento rehabilitador», añade el experto.

En cuanto a la cirugía, «esta se reserva para aquellos pacientes en los que el dolor no mejora con el tratamiento conservador o en los que la lesión sufrida es grave; por ejemplo, la presencia de una alteración neurológica (pérdida de fuerza) es indicación de cirugía», concluye el experto.

Cirugía en la hernia discal: pros y contras

Mucha gente tiene miedo a las operaciones de columna vertebral. Este es el caso de María Jesús Fermín del Río, una paciente de 56 años con hernias discales, quien nos relata su experiencia con la enfermedad: «Me daban fuertes pinchazos en el centro de la espalda y me quedaba doblada, sin movilidad, y ese dolor podía durar varios días hasta que la medicación hacía su efecto».

Sin embargo, según el doctor Lagares, «algunos estudios han demostrado que la cirugía de la hernia discal favorece más rápidamente la recuperación en pacientes que tienen dolor y que no mejoran tras el tratamiento conservador».

A pesar de los beneficios, que paliarían los fuertes dolores, María Jesús nunca se operó: «Ni siquiera me llegué a plantear la intervención de columna, porque el miedo a las secuelas me paralizaba más que el propio dolor». Y así también la percibe el experto: «El miedo fundamental de los pacientes es que el dolor permanezca o se haga crónico, porque, desgraciadamente, esto no es excepcional, aunque la mayor parte de los pacientes sí que mejoran».

Sin embargo, para los más reacios, el doctor Lagares advierte: «Cuando hay pérdida de fuerza, la decisión de realizar una cirugía es más clara, y no someterse a ella puede acarrear una disminución de la probabilidad de mejoría neurológica, que puede hacerse irreversible y el dolor volverse crónico».

Por su parte, la doctora Fernández González-Cano admite que, efectivamente, son varias las posibles desventajas de la cirugía: «Muchas veces a la consulta llegan pacientes operados que, después de un tiempo, tienen que volver a pasar por quirófano porque las vértebras que están por encima de esa primera intervención no han hecho una buena gestión del control del peso, de ese amortiguador que es la columna».

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