¡Viva la Constitución! ¡Viva la democracia! ¡Viva España!

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Hubo un tiempo, no hace tanto, en el que el título de “constitucionalistas” sólo se le adjudicaba a quienes vivíamos en una parte de España en la que la Constitución aún no había tenido una oportunidad.

Hubo un tiempo, no hace tanto, en el que en Euskadi reivindicábamos la Constitución mientras que en el resto de España se celebraba institucionalmente, como una fiesta más en el calendario oficial.

Pero los tiempos han cambiado y no precisamente para bien. Hoy la Constitución no se puede “celebrar” expresamente en ningún lugar de España sino que necesitamos reivindicarla en todos y cada uno de los rincones de nuestra patria. Hoy la Constitución está en riesgo porque el presidente del Gobierno quiere cambiarla al modo de los dictadores, por la puerta de atrás, vulnerando la separación de poderes, incumpliendo los procedimientos de control y no respetando los procedimientos para reformarla con garantías democráticas. Hoy la democracia está en peligro porque el presidente del Gobierno de España ha puesto el futuro de nuestro país en manos de aquellos que han dedicado su vida a destruirla. Hoy la Constitución está en peligro porque el presidente del Gobierno considera “patriotas y valientes” a quienes han dado un golpe contra la democracia y han asesinado a 857 españoles porque eran nuestros escudos para defenderla.

El día en que se cumplen cuarenta y dos años desde que aprobamos nuestra Carta Magna es un buen momento para insistir en lo obvio: sólo con respeto al orden constitucional es posible vivir en democracia. Resulta intolerable que los propios gobernantes elegidos para defender el orden constitucional sean quienes más empeño ponen en convertirlo en un caos sin sentido. Quien ataca la Constitución vaciándola de contenido y debilitando su carácter de ley de leyes, ataca la libertad, la igualdad y la propia democracia. Y si quien perpetra ese ataque preside el Gobierno de la nación está cometiendo un acto de traición.

Así las cosas, la mejor manera de celebrar el día de la Constitución en este momento es expresando nuestra protesta contra un Gobierno que manipula las instituciones encargadas de velar por el mantenimiento del orden constitucional, o lo que es lo mismo, de velar por los derechos y obligaciones que han de ser iguales para todos los españoles. Porque sin justicia constitucional no hay democracia.

Hace unos años, siendo diputada, leí ante el TC un manifiesto en defensa de la Constitución que contenía estos párrafos:

“La unidad de la nación española que proclama nuestra Constitución no es otra cosa que la igualdad jurídica de todos nosotros tomados de uno en uno, como sujetos libres y miembros conscientes de la misma democracia. Y esta es, ciertamente, la unidad que pone en peligro la negación del orden constitucional a través de leyes y de acciones de gobierno que no nos consideran ciudadanos de la misma nación sino que, imponiendo obligaciones y deberes diferentes, convirtiendo privilegios en falsos derechos y arbitrariedades en falsas obligaciones, nos dividen en rebaños enfrentados donde lo que importa no es la libertad y la igualdad entre ciudadanos personalmente diferentes, sino la identificación cerril con un pensamiento obligatorio y uniforme que llaman, sin serlo, “identidad cultural”.

Con la excusa de contentar a nacionalistas descontentos por definición, de potenciar disparatados derechos de lenguas y territorios a base de restarlos a las personas, de reparar viejas heridas sentimentales y resucitados agravios históricos, de imponernos por nuestro presunto bien leyes sectarias que casi nadie reclama, los partidos que gobiernan España y numerosas comunidades autónomas protagonizan constantes ataques contra la Constitución. Sus esfuerzos por controlar y manipular la justicia, la Hacienda, los medios de comunicación y todas las demás instituciones públicas para ponerlas al servicio de sus intereses particulares, su contumacia en tomar decisiones claramente inconstitucionales, nos han conducido a una gravísima crisis política.

Cuando el orden constitucional está en peligro, también lo está la libertad de todos y cada uno de nosotros. Es el momento de que los ciudadanos conscientes digamos de nuevo basta ya, como muchos miles dijeron no hace tanto frente al terrorismo y al nacionalismo obligatorio en el País Vasco. Es el momento de exigir el cese de todo ataque contra la Constitución, y el fin del desacato de los gobiernos a las leyes y sentencias que no les gustan”.

Quien me iba a decir que en el año 2020, con otro Gobierno socialista,  el epicentro de los ataques contra la democracia ya no iba a estar en Cataluña o en el País Vasco sino en el Palacio de la Moncloa. Quién nos iba a decir que el Gobierno de España iba a dejar de ser el consentidor de golpistas y proetarras para convertirse en el impulsor de la demolición del orden constitucional…

Hoy nuestra democracia está amenazada no por sus tradicionales enemigos sino por los que desde las más altas instancias del Gobierno están poniendo en peligro los valores supremos que debe preservar el orden constitucional de la España democrática. Hoy nuestra democracia está amenazada por quienes desde el Gobierno de España buscan dividir a los españoles para acabar con la igualdad y la solidaridad entre nosotros, por quienes pretenden levantar fronteras artificiosas en nombre de mitos y prejuicios que encubren sus turbios intereses de poder.

Por eso hoy que constatamos que los enemigos de nuestra democracia no necesitan el uso de la violencia porque tienen el Boletín Oficial del Estado en sus manos hemos de gritar más fuerte que nunca, desde el pueblo más pequeño hasta la ciudad más grande de España: ¡Viva la Constitución! ¡Viva la Democracia! ¡Viva España!.

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