Vicente Gil: «Feijóo ha tomado una arriesgada decisión con el CGPJ. ¿Nos fiamos ahora de Sánchez?»

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El PP y el PSOE han pactado la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Por empezar aclarando conceptos: el PP y el PSOE han vuelto a repartirse el Consejo General del Poder Judicial, como siempre. Ahora nos prometen que harán una reforma para que sean los jueces los que elijan a los jueces sin interferencias políticas, pero ya en la próxima renovación, en unos años. Para entonces, quién sabe dónde están Sánchez y Feijóo y pelillos a la mar. Mientras tanto, nos los repartimos. Suena a otro clásico de nuestra democracia: la conversión del Senado en una cámara territorial.

Permítanme que, a mi edad, y después de todo lo visto desde que empecé en el periodismo allá por los años 80, esto no me lo creeré hasta que lo vea. Necesitaré, como Santo Tomás con Jesús resucitado, meter los dedos en la llaga del costado. «No seáis incrédulos», les dijo Jesús. Creed. El problema es que Sánchez no es Jesucristo (aunque él, probablemente, se lo crea) y González Pons, desde luego, tampoco.

La pregunta es después de cinco años: ¿Por qué Sánchez -que no da puntada sin hilo, no tiene moral y no tiene escrúpulos- ha aceptado ahora pactar el CGPJ con el PP? ¿Se ha dado un golpe en la cabeza y se ha convertido, de repente, en un hombre de estado con altura de miras y ganas de consenso por amor a España y a la separación de poderes? ¿Nos vamos a fiar ahora de Sánchez o ya tiene pensado por dónde se la colará al PP como hizo en el Tribunal Constitucional?

La sensación que más hace sospechar es que Sánchez parece haber cedido más que el PP. Es verdad que el PP puso a Europa por testigo y eso, aunque dio una lamentable imagen de España, ha sido una presión fundamental para el felón. Los fondos europeos y la pasta andan siempre por medio, el Informe sobre Estado de Derecho influye y el CGPJ bloqueado no le ayudaba. Pero es verdad también que las presiones a Sánchez se la bufan en general y, al final, la presión de Europa (o sea, de Von der Leyen) ha sido también para el PP, con la presión añadida de jueces y magistrados que, lógicamente, veían cinco años retrasadas y atascadas sus carreras y ascensos profesionales.

El resultado del acuerdo, ateniéndonos a los hechos, es el siguiente: el CGPJ estaba -hasta ayer- bloqueado pero bajo control del PP (esta es la realidad) y con el acuerdo de hoy, el PP y el PSOE estarán al 50%. ¿Es esto un buen acuerdo para el PP sabiendo que juega con un tramposo como el PSOE? ¿Ha sido Sánchez listo y ha dicho «mejor el 50% que nada»?

Por otra parte, la desproporción por asociaciones profesionales de jueces en el nuevo CGPJ es brutal en favor de la izquierda. Miren. En España hay unos 5.400 jueces profesionales. Sólo el 50% están asociados. De los 20 nuevos vocales pactados, 12 son de la carrera judicial. De los 12, cuatro no tienen filiación. Los ocho restantes, sí. La asociación mayoritaria, más cercana al PP, la APM se ha llevado cinco vocales de ocho teniendo casi 1.500 afiliados. Suena bien, ¿verdad? Lo sangrante es que la Asociación Juezas y Jueces para la Democracia (donde está el rojerío judicial militante) se ha llevado los otros tres vocales teniendo apenas 400 afiliados, mientras la Francisco de Vitoria, que tiene casi 900 afiliados (el doble), ha quedado excluida, como el Foro Judicial Independiente que tiene, casi, los mismos afiliados que Jueces para la Democracia y se ha quedado fuera. La desproporción es tan enorme en el nuevo CGPJ en favor del rojerío judicial militante (digo desproporción, no números absolutos) como el peso que ha adquirido, sin merecerlo pero gracias al fiscal general de Sánchez, la asociación minoritaria de los fiscales, la Unión Progresista de Fiscales, próxima al PSOE, la de la hermana de Óscar Puente y Dolores Delgado, en la Junta de Fiscales. Así es como el PSOE, con letra pequeña, coopta las instituciones para controlarlas. El PP sabrá lo que hace.

Es cierto que el acuerdo del CGPJ evita, aparentemente, que Sánchez cuele en el CGPJ magistrados de la cuerda de Bildu, Esquerra, Junts y el PNV, pero, miren, me apuesto un pincho de tortilla y una caña con ustedes a que, de una forma u otra, por vocal interpuesto o como sea, los socios terminarán influyendo en los 10 vocales del PSOE. Si bajamos al perfil político de cada uno de los 20 elegidos, encontramos ya que Sánchez ha colado a la fiscal Inés Herrero, número 2 de Dolores Delgado en Memoria Democrática e íntima de Vicky Rosell, que dijo que la rebaja de penas de violadores por la ley del sólo sí es sí era una «polémica artificial». También ha colado al magistrado catalán próximo a los Comunes, Carlos Hugo Preciado o a Argelina Queralt, del PSC, hija del senador de ERC que redactó en secreto la reforma de la malversación y la derogación de la sedición, aunque de ella dicen que no es independentista.

Es verdad que Sánchez ha renunciado al juez De Prada (el que provocó la moción de censura contra Rajoy) y a Vicky Rosell. Pero, también, es verdad, que el interlocutor de Bolaños con sus socios para poner y quitar nombres ha sido -no se lo pierdan- Enrique de Santiago, el secretario general del PC y amigo de la narcoguerrilla de las FARC. Como ven, una tropa muy fiable junto a Sánchez y Bolaños como para tratar un tema tan delicado. Que algo traman y que se la colarán o intentarán colársela al PP no lo duden. Quieren dominar el poder judicial. No lo olviden. Y ya apuntaba hoy Ernest Urtasun a cambios en la Escuela Judicial para la formación y acceso a la carrera.

Porque es verdad que han pactado una mayoría reforzada de 12 sobre 20 para cualquier nombramiento (hay 100 jueces por designar), pero es verdad también que, al PP, más de una vez en el pasado, le han salido rana sus candidatos aquí o en el Tribunal Constitucional y han terminado votando juntos con esos que se llaman «los jueces progresistas». Así que toca rebajar la euforia y ponerse en guardia.

Hablemos claro. La situación del CGPJ era una anomalía, pero no por el PP (que parece haber terminado creyéndose el culpable de la situación como decía la izquierda), sino porque el jefe del Gobierno lleva desde 2018 intentando colar a jueces filoetarras e independentistas para seguir su proceso de control del Poder Judicial y de reforma de la Constitución y del Estado por la puerta de atrás. Ésta es la verdad. Lo demás es la propaganda y la matraca del «bloqueo» y del «PP anticonstitucional» extendida por la izquierda mediática.

Es verdad que es inteligente dejarles sin argumentos y Feijóo era consciente. Pero su apuesta es sumamente arriesgada porque está jugando con un fuego básico -la independencia judicial- para mantener en pie nuestra democracia. No era fácil mandar a González Pons a negociar con Bolaños. Ahora dicen que llevan dos años. Tampoco hacía falta exagerar, señor Pons, y decir que esto es el principio de una gran amistad con un trepilla mentiroso como Bolaños… salvo que sea verdad.

Al PP le puede siempre un cierto síndrome de Estocolmo. La izquierda lleva décadas marcándole la agenda. Ojalá esto haya sido una jugada maestra de Feijóo y esta vez sea al contrario.

Feijóo ha tomado una decisión, sin duda, arriesgada, impopular e incomprensible para muchos dirigentes de su partido (por más que hoy cierren filas lógicamente con el jefe de manera pública) y para muchos votates y simpatizantes que no entienden ni medio pacto con un tipo mentiroso, inmoral y fanático como Sánchez que, si estuviéramos en el 36, ya habría pasado al PP y a Vox por el «muro»… pero por el muro del paredón al estilo de su adorado Largo Caballero.

Es verdad que sin la matraca del CGPJ «bloqueado por el PP» empieza un partido nuevo. Pero no duden que Moncloa y sus medios se inventarán ahora nuevas matracas, empezando por las divisiones internas y el comodín de Ayuso y Aznar contra Feijóo. Ya lo hicieron con Casado.

Moncloa se inventará nuevas matracas para arrinconar a Feijóo, ponerlo a la defensiva (como siempre con el PP) y que (si es posible) se le vaya poniendo a Feijóo cara de Casado. Sánchez sabe que tiene tres años y que el acoso a la oposición es de primero de dictadura bolivariana. Y va a continuar. Esperemos por España que esto no sea así porque a día de hoy Feijóo es la alternativa más factible para acabar con el felón y la corrupción política, moral y económica de su régimen.

Por lo pronto, hoy, en el Congreso, Feijóo ha seguido en su línea de los miércoles. Ha pedido la destitución del Fiscal General del Estado y, no se lo pierdan, un acuerdo con el PSOE para dar «explicaciones» (no dimisiones, explicaciones) sobre el caso Begoña y el caso Koldo. Sánchez temblaba en su escaño, claramente, escuchando a Feijóo, que es fiel a su estilo y eso le honra. Cuando Feijóo le ha dicho a Sánchez que había pactado el CGPJ por presión de la Unión Europea, Sánchez se ha levantado de su escaño y, colocando el micrófono, le ha dicho con descaro y chulería: «Para usted la perra gorda».

Sánchez, a las primeras de cambio, se ha comportado una vez más como un macarra cualquiera de los que debían cuidar las puertas de los prostíbulos de su suegro, que en paz descanse. Aún dirá Begoña Gómez el día 5 al juez Peinado que no puede ir a declarar por el repentino fallecimiento de su padre, que lamentamos. No lo descarten.

Traducido al lenguaje de Sánchez lo que hemos visto hoy en el Congreso es que, por lo que sea, a Sánchez le ha importado una higa el tema del CGPJ, que se la colará al PP por algún lado, que tiene tres años de legislatura por delante para hacerlo si coloca a Puigdemont en la Generalitat y que, con tres años por delante, ya se inventará lo que sea para que la euforia del PP de hoy se convierta en derrota mañana y en un control efectivo de los jueces. Y no sólo los de los grandes puestos pendientes. El PSOE no da por perdido ni el puesto vacante de un juez instructor en Vilanova i la Geltrú o Bollullos Par del Condado.

Les confieso. Algo me descoloca. Bolaños, abrazando a Pons. Yolanda Díaz, mesando la barba del guapo Borja Sémper mientras clavaba sus ojos en él pareciendo que iba a besarle…

No sé. Aquí hay algo que no encaja. Seguro que nos enteraremos. Esperemos que no sea demasiado tarde para todos.

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