‘La Vanguardia’, terror de Elon Musk
Que la situación mediática de Cataluña es de manicomio ya es de todos conocido desde que en el 2009 todos los diarios impresos con sede en esta comunidad autónoma escribieron un editorial conjunto atacando al Tribunal Constitucional titulado La dignidad de Cataluña. Entre sus impulsores estaba La Vanguardia, el diario más oportunista y fiel al poder en Cataluña. El diario del conde de Godó siempre ha estado al servicio de quien mandara, y de ahí que más que un medio de comunicación, sea una empresa de relaciones públicas, ya que más que dar noticias ejerce de vocero muy bien pagado.
Como ahora toca ser woke, de la misma manera que tocaba ser franquista durante el régimen de su entonces admirado caudillo, La Vanguardia tiene una sección de internacional digna de Canal Red. La corresponsalía en Estados Unidos tacha de manera sistemática de ultraderecha a cualquier miembro del Partido Republicano que osa oponerse a las políticas del Partido Demócrata. Más que informar sobre la campaña de Trump, su corresponsal se dedicó a atacar al ahora ganador de las elecciones y al Grand Old Party en general. Es curiosa esta actitud en el diario preferido de la gente nacionalista de orden en Cataluña, si es que aún queda alguien digno de tal cualificación. Pero recordemos la condición de este medio como panfleto de relaciones públicas.
De ahí que La Vanguardia se haya apuntado a la moda woke de dejar la red social X. La clave no es tanto que el diario británico The Guardian haya marcado el camino, sino el aluvión de cargos y alcaldes del PSC que han huido de esta red acusándola de ser de «ultraderecha». Como a los socialistas les va eso de insultar al discrepante, y ahí está la «fachosfera» de Sánchez aplicada a más de la mitad de España, tocaba dejar X para ahorrarse el debate, y las críticas, que se generan en esta red social. Al sanchismo catalán que representa Salvador Illa nunca le ha gustado que le lleven la contraria, además de que a ciertos personajes como al alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, les encanta el postureo.
Hasta en el abandono de X este diario sigue su tradicional política de estar al plato y a las tajadas. Se va, pero no del todo. No actualizará sus perfiles en esta red social, pero tampoco los cierra del todo, no sea que en breve toque volver para seguir la tradición de estar al servicio de quién manda. Y, de paso, podrá seguir los debates que se produzcan, sobre todo para criticar/atacar a todo aquel que el poder socialista dicte. O acudir en auxilio de los socialistas, como Óscar Puente, que se quedan en la trinchera para mantener la posición. De lo que estoy convencido es que Elon Musk no debe estar temblando. Al mismo tiempo que La Vanguardia, o la Universidad de Barcelona –que tiene un rector que es un fanático separatista, Joan Guàrdia–, dejan X, un buen número de multinacionales, como Disney, Warner Bros o IBM han anunciado que volverán a anunciarse en esta red.
Aunque, convencido como estoy de la importancia que se creen que tienen en La Vanguardia como medio de referencia del mundo democrático, seguro que algún jefecillo se planteó un titular del estilo «La Vanguardia deja a Musk temblando». Pero alguien de la casa, que conoce cómo funciona el conde de Godó, seguro que le dijo, «mejor no, no sea que en seis meses tengamos que decir que Musk es la esperanza del mundo libre. Pon que dejamos X». De lo que estoy convencido es que el dueño de esta red social no se lee las columnas de Enric Juliana, ni los editoriales de Jordi Juan. Ni siquiera como sustitutivo de un laxante.