Urge un curso de reeducación sexual en el PSOE

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Un partido que se ha erigido, a codazos, como referente del feminismo ha resultado tener un problema descomunal en su relación con las mujeres. El último caso, el de Paco Salazar, asesor de Pedro Sánchez, el hombre que el jefe había designado como sucesor de Ábalos y Cerdán en la secretaría de Organización del PSOE, demuestra hasta qué punto el sanchismo tiene una obsesión enfermiza por el sexo.

Bien mirado, el ascenso de Pedro Sánchez fue financiado por su suegro con el dinero de la prostitución y, a partir de este hecho objetivo, varios de los más altos dirigentes de la formación han hecho una exhibición libidinosa del machismo más recalcitrante, moviéndose peligrosamente entre lo que es puramente un delito de acoso sexual o un comportamiento indigno con las mujeres.

Otro ejemplo lo tenemos en el máximo responsable del PSOE en Torremolinos, investigado por la Fiscalía por acoso.

Salazar, el pensador en la sombra que dedicaba sus tiempos muertos a utilizar su bragueta como arma intimidatoria contra las compañeras del partido, es el ejemplo más palmario del grado de ignominia de una formación que ha mirado para otro lado pese al clamor existente y las denuncias de un ramillete de mujeres que no encontraron -he aquí lo más grave- apoyo alguno.

Si un diario de la fachosfera hubiera denunciado el comportamiento indecente de Salazar en lugar de un periódico de izquierdas, la respuesta del Gobierno y del PSOE habría sido que todo era un bulo, pero el hecho de que la denuncia venga de un diario afín les ha dejado sin reacción y sin respuesta, lo que revela su gigantesca hipocresía.

Cuentan fuentes de Ferraz a OKDIARIO que la bragueta de Salazar le hace más daño al socialismo que la bragueta de Ábalos. Puede que así sea, pero más allá de la bragueta de unos y de otros el problema está más arriba. En la cabeza, porque el sanchismo tiene un problema mental con el sexo.

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