PRIMERA LÍNEA

El ‘tuitazo’ de Armengol

El ‘tuitazo’ de Armengol
El ‘tuitazo’ de Armengol

Nada más iniciarse la última semana de campaña, la presidenta socialista Francina Armengol colgaba este texto en su cuenta de Twitter: «Quedan 7 días para luchar con energía por una Andalucía progresista que mire por la ciudadanía y que trabaje por seguir ganando derechos y libertades. Eso hacemos los socialistas y eso hará Juan Espadas cuando sea presidente”.

Nótese la insistencia en hablar de derechos y libertades y dando a entender además que éste es un patrimonio exclusivo del PSOE y sus variantes. Del mismo modo que semanas atrás, Armengol, otra vez en Twitter, se jactaba de que ganará las elecciones de 2023 y que los socialistas baleares iban a seguir gobernando durante la próxima década. Asusta solo de pensarlo.

Lo decía (vuelvo al tuit de la semana pasada) y se quedaba tan pancha pese a que algunos de los últimos sondeos autorizados situaban en 28 diputados el suelo del voto socialista, 5 menos de los conseguidos el año 2018 por la defenestrada Susana Díaz. Hoy no cabe especular. La calle ha hablado.

Pero antes, parece conveniente recordar que en lo referido a la intención de voto algunos sondeos dejaban caer un dato demoledor: el 19% de votantes, aun considerándose de izquierdas, iban a votar al PP ¿Desolador, no? Más teniendo en cuenta que, según Armengol, «lo que hacemos los socialistas es trabajar por seguir ganando derechos y libertades». ¿Qué derechos y qué libertades? ¿A qué responde que el voto de izquierdas no adoctrinado deje las siglas del PSOE y apueste por una gestión eficaz en Andalucía? Ahora sí: parece imponerse luchar contra la herencia de un panorama desolador.

La calle ha hablado y vaya si lo ha hecho. Histórica mayoría absoluta del PP con 58 diputados, ganando incluso en Sevilla, el feudo de Juan Espadas. Solamente el PP gobierna en dos comunidades autónomas con mayorías absolutas, Galicia y Andalucía. La primera es mérito de Núñez Feijóo y la segunda como consecuencia del hartazgo de las políticas de Pedro Sánchez y cuates, a cual más bestia e indocumentado, menos preparados entonces.

La izquierda radical cae en picado y la debacle del PSOE milagrosamente se ha detenido en los 30 escaños. Dicen que 300.000 votantes moderados del PSOE se han pasado al PP y también otros 150.000 de Vox, debido a la nefasta campaña de Macarena Olona y Santiago Abascal, pese a lo cual se planta en los 14 diputados ganando dos respecto del resultado el año 2018.

Armengol tiene un problema descomunal: el triunfo de la moderación y la buena gestión de los populares en Andalucía le cierra la puerta al fantasma de la ultraderecha que tanto le gusta sacar a pasear a la socialista balear. Se queda sin argumentos para el ataque faltón y se le desinfla el buenismo ese de que los socialistas trabajan para ganar derechos y libertades. El granero de votos socialistas por excelencia ha saltado por los aires, que los derechos y libertades de los ciudadanos también los defiende el PP y de paso corre el pitorreo en Twitter con la feliz ocurrencia de rebautizar Despeñapedros.

A un año vista de las elecciones autonómicas y locales, todo apunta a que las perrerías de la izquierda radical, el PSIB-PSOE es izquierda radical, les van a pasar una importante factura, siempre y cuando Vox sepa elegir bien a sus candidatos insulares y locales –además de afinar un poquito más en las estrategias de campaña- y también, siempre y cuando Marga Prohens deje de ser una pánfila y asuma con humildad y coraje su condición de líder del centroderecha, que aquí lo más probable es que no se repita la mayoría que ha conquistado Juan Manuel Moreno Bonilla. ¡Ojo!: de momento prestada.

Francina Armengol se endiosó, hasta las enaguas, al convertirse el PSIB-PSOE el año 2019 en la primera fuerza política de Baleares. Un espejismo, teniendo en cuenta la penuria por la que atravesaba entonces el PP. Tanto da que da lo mismo. Ella instaló su autoestima directamente en Matrix o lo que es equivalente en una supremacía que antes de corresponderse con la realidad solamente era fruto de un centroderecha tan y tan acomplejado.

Da igual, porque en un par de días Armengol se olvidará y regresará al tuit grandilocuente de siempre en plan: «Luchar por unas Baleares progresistas y seguir trabajando por ganar derechos (LGTBI) y libertades (inmersión a tope), que es lo que sabemos hacer los socialistas». Y por eso mismo van a gobernar una década entera. De momento Galicia, Madrid, Castilla-León y Andalucía le han hecho un monumental corte de mangas al PSOE, aquí el PSIB-PSOE, anunciándoles de paso el imparable cambio de ciclo salvo que se saquen de la manga inmundicias como la del 13 de marzo de 2004.

La mediocre bachillera o bachillere Adriana Lastra anunciaba días pasados que si ganaba la derecha en Andalucía la izquierda saldría a la calle en plan muy gamberro «para salvar la democracia». ¿Lo va a intentar de verdad?

El problema del votante insular es que parcialmente está abducido por unas cantinelas de la izquierda radical que no cuelan en el escenario peninsular, todo lo contrario. Ya le han visto con extrema claridad las orejas al lobo y no quieren saber nada de bolivarianos, filo-etarras y separatistas convictos o separatistas a secas como el PNV. Armengol cuenta con esta baza para ir a perpetuarse en el poder a la mínima ocasión, porque, aquí, no parecemos ser plenamente conscientes de la deriva que guía a Més (socios de ERC) y el anacronismo de unos podemitas que perdieron toda su credibilidad el día después de aquel famoso 15-M, clausurado con el casoplón de Galapagar.

Porque seamos claros, entre nosotros bolivarianos de talla Jarabo, Yllanes, Vivas y toda la troupe a remolque, no son absolutamente nadie porque nada han aportado en estos últimos siete años. El sentido común sí indica, que en las elecciones de 2023 esta tropa deberá desaparecer del mapa pero siempre nos quedará un tuitazo de Francina Armengol que bendiga lo contrario.

Lo último en Opinión

Últimas noticias