Todos ‘al carrer’ contra el jefe separatista Sánchez

Sánchez

El cronista tiene para sí esta estimació: el Partido Popular no se ha atrevido, en su reunión de este lunes, a promover una protesta popular al estilo de las que en sus días organizó contra el terrorismo y la rendición del nefasto Zapatero ante los sediciosos etarras. La misma que está reclamando Aznar. En su lugar está articulando una iniciativa más modesta, pero que puede resultar eficaz: las mociones en todas las regiones y ayuntamientos de España para clamar contra el entreguismo independentista del jefe secesionista Sánchez.

La idea es afortunada, pero cuenta de entrada con una enemiga: la de los municipios ajenos al PP que, con toda certeza, van a negar su apoyo al sarao. Y no hay que que hablar solamente de los que están regidos por el PSOE, que, qué les voy a contar de sus reverencias, sean cuales sean, a las imposiciones del PSOE, sino también de aquéllos en los que Vox posea alguna representación. Difícil es que la nueva dirección que gobierna tempestuosamente este partido se avenga a participar en una propuesta a mayor honra, beneficio y gloria del PP al que tanto detesta, que ésta y no otra es la verdad.

Pero, aun contando con estos certeros obstáculos, Feijóo, ha salido de su común templanza con un objetivo definido; a saber, que los socialistas de toda España den la cara de una vez y se muestren partidarios o contrarios a la destrucción de España que ha emprendido, por sola conveniencia personal, su jefe secesionista Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Que no extrañe que que el cronista añada el adjetivo de secesionista al comportamiento del susodicho. En la vida, en cualquiera de sus actividades, el colaborador necesario de una fechoría es, por le menos, tan culpable de ella como el que la pregona y la intenta realizar.

Fíjense en un recuerdo histórico: durante muchos años, y gracias al torticero revisionismo de algunos historiadores izquierdistas, se ha venido vendiendo con cierto éxito, eso es verdad, que el papel del PSOE en la sangrienta Revolución de 1934 fue vicario, no como protagonista principal. Una solemne falsedad: Largo Caballero y hasta el ahora bendecido Indalecio Prieto, fueron los agitadores de aquel desastre que fue el embrión del estallido de la Guerra Civil del 36.

Pues bien, ahora ocurre algo similar: la única preocupación de Sánchez -se dice- es la pregonada normalidad y la estabilidad de Cataluña y si, para lograr estos dos fines hay que romper la continuidad de España ¡qué le vamos a hacer! La paz ante todo, sobre todo y sobre todos.

Por eso, es bienvenido el proyecto de colocar al PSOE de toda la vida en situación de o seguir a su calamitoso y traidor jefe separatista, o seguir a los pocos militantes y dirigentes históricos que, de una u otra forma y sin mayor o menor virulencia, están destapando los propósitos de su secretario actual. Y dicho sea al paso: todos estos héroes que, dia a día, aparecen por doquier denunciando lo que está sucediendo en el país constitucional que ellos, es verdad, contribuyeron a formar, ¿por qué reconocen, prácticamente por unanimidad, que en las últimas elecciones votaron unánimemente por su disoluto jefe? ¿Es que acaso éste no había dado pistas antes del 23-J de que, llegado el caso, se acogería, con armas y bagajes en los brazos perversos de los partidos secesionistas?

Por tanto, y dicho castizamente, menos lobos, Caperucita. Y por cierto: ¿dónde está, donde se esconde ese Javier Solana que llegó a ser el ministro europeo de Exteriores? ¿dónde está, dónde se esconde ese Carlos Solchaga que hace pingües beneficios gracias al apostolado de Sánchez? ¿Dónde están, donde se encuentran los millonarios Bono y Moratinos tan patriotas ellos? ¿Seguimos con las menciones?

No hace falta: a final todos los citados socialistas que no son aún dinosaurios de la Transición, tendrán que reconocer que esto va en serio y que, aparte de sus declaraciones enfáticas sobre el proceso de lisis antidemocrática que está dirigiendo Sánchez, tienen la voluntad organizada de impedir esta hecatombe que se nos viene anunciado episodio tras episodio.

El próximo martes 20 se espera con expectación la presentación de la nueva obra de Alfonso Guerra sobre la rosa con que siempre se ha embellecido el PSOE y las espinas que, digo yo alguna tendrá, la pregunta es ésta: ¿Tendrá La Moncloa la desvergüenza de, tal y como hizo en el homenaje preveraniego a Rubalcaba, presentarse en el acto para intentarlo reventarlo con su incómoda presencia? No lo descarten.

Por eso harán lo propio con las mociones formuladas por Feijóo y las tratarán con seguridad de boicotearlas con todos los medios a su alcance, alguno de los cuales está traicionando, a su vez, el espíritu fundador con que salió a la calle. Por lo que se sabe, el PP está trabajando sobre un texto único para ser expuesto en todas sus cabeceras; hace bien, lo contrario, dejarlo al libre albedrío de cada quien, sería tanto como exponerse al reality inconveniente que se ha vivido en diferentes regiones en el momento de los acuerdos con Vox. Hay en el PP, todavía, más jefes que indios, y muchos de ellos se consideran capacitados para establecer parámetros de oposición propios que nublan la estrategia general. Más anuncios de Nivea playera, no, por favor: fueron y son risibles.

Ya se ha escrito al comienzo de esta crónica, que lo más apropiado en la situación apocalíptica que vivimos en nuestro país, es que los once millones de españoles que han votado todo lo contrario a lo que representa y realiza el jefe separatista Sánchez, sería masivamente echarse a la calle para ocuparla en protesta masiva contra los designios de este fantasma psicótico, pero ya sabemos que esta proposición es irrealizable.

Ya se ha constatado, como primera providencia, que Vox se ha lanzado con rapidez inusitada a responder a Feijóo amagando con un remozado Vista Alegre, tres, cuatro, cinco o seis, yo qué se para acuñar su propia contestación al jefe separatista. No hay forma en España de que los partidos situados en la diestra siquiera queden conformes para intentar el abordaje de las sinvergonzonadas inconstitucionales del aún presidente Sánchez. Una lástima, una responsabilidad decisiva. Esto que nos sucede se encuentra ahora mismo en la siguiente situación: O el jefe independentista Sánchez y sus secuaces de la secesión o España. La disyuntiva es de la que hacen siglos de Historia. De las que la conforman.

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