Susana Díaz cae en la trampa de Sánchez

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Este miércoles Susana Díaz dejó pasar una buena ocasión para blindarse de la voracidad de poder del presidente Pedro Sánchez. Ahora que Andalucía ha puesto punto y final a casi 40 años de hegemonía socialista, la todavía presidenta –en funciones– y los suyos se han comportado como un púgil noqueado, teniendo en cuenta los escraches orquestados ante el Parlamento andaluz durante la investidura de Juan Manuel Moreno Bonilla. Antes criticados y ahora promovidos activamente por el socialismo andaluz, aprovechándose, además, del feminismo político abren las puertas de par en par a Sánchez.

Las razones de regeneración política institucional que expuso y argumentó Sánchez en la moción de censura contra Mariano Rajoy el pasado mes de junio en el Congreso de los Diputados han quedado por completo desmontadas. La única posibilidad de Sánchez para no sufrir un severo castigo en las urnas es la de conseguir una movilización masiva de la izquierda y fragmentar el voto del centroderecha agitando la extrema derecha. El secretario general del PSOE lo fía todo a esa polarización para intentar desviar la atención de su connivencia con el separatismo catalán.

Díaz acusó al presidente electo de la Junta de llegar al poder gracias a los hijos del Franquismo. Ayer la socialista fue más sanchista que nunca y se equivocó porque el PSOE de Andalucía no ha sido presa de los hijos del Franquismo, sino que la formación andaluza ha perdido unas elecciones contra ellos mismos, contra los hijos de la Transición de 1978.

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