Si ocurre una desgracia, Marlaska será el responsable
El Ministerio de Interior no considera necesario ponerle escolta al portavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, pese a que, como otros dirigentes de la formación de Santiago Abascal, ha recibido amenazas y, en su caso, el robo del portafolio que llevaba en su coche oficial y que desapareció sin forzar la cerradura del vehículo. Hasta en cuatro ocasiones ha pedido Vox al Ministerio de Interior que le asigne un guardaespaldas, una decisión que contrasta con la que Marlaska adoptó a finales de 2018, cuando puso protección a Pablo Iglesias cuando aún no era vicepresidente. El doble rasero del Ministerio de Interior es evidente y sugiere que el hecho de asignar escolta no responde a cuestiones de seguridad, que sería el criterio que tendría que primar, sino a cuestiones ideológicas.
A nadie se le escapa que los dirigentes de Vox han sufrido momentos de tensión al ser acosados o, incluso agredidos, en actos o mítines de partido, como le ocurrió a la diputada Rocío de Meer en Sestao, pero para Marlaska eso no es suficiente. Así que la seguridad que prestó a Pablo Iglesias en su día se la niega ahora Iván Espinosa de los Montero sin demasiadas explicaciones.
La norma establece que los cargos que disponen de escolta de manera inmediata y sin petición son los miembros del Gobierno, el jefe de la oposición y los ex presidentes del Gobierno. A otros, como los portavoces, se les concede previa solicitud cuando existe una amenaza real. Lo insólito es que otros portavoces parlamentarios si disponen de guardaespaldas, lo que convierte la negativa a Iván Espinosa de los Montero en altamente sospechosa.
Sospechosa de responder a criterios ideológicos en lugar de a criterios de seguridad. Por decirlo más claro: parece que al portavoz de Vox le deniegan la escolta por ser de Vox. El sectarismo socialcomunista llega a ese extremo.