Sánchez, ¿vives en España?

Sánchez, ¿vives en España?

Dicen, ¡vaya usted a saber!, que anda cocinándose un puesto en organismos internacionales porque el patio español se le ha quedado pequeño y, además, está convencido de que el mundo libre le ama. De ahí, ese ridículo y constante trajín europeo de aquí para allá, en Falcon, of course, con propuestas inviables por sus colegas alemán, francés, italiano. Rechazadas cortés y educadamente.

Comprendo que a Sánchez le produzca urticaria la mera posibilidad de aterrizar, dejar el avión a un lado, y sentarse en su mesa de trabajo en Moncloa. No sólo lo comprendo, sino que hasta lo entiendo.

Un simple vistazo, incluso a su particular RTVE donde un tal Javier Fortes ha empezado a hacerle la pelota a su paisano Feijóo por si este le puede dar, llegado el momento, lo que Rajoy le negó, podría convencer al presidente huidizo de cómo está la casa de charcos. Hasta los inspectores de Trabajo, más rojos que las amapolas, se han levantado en armas por vez primera desde que esa figura fuera creada por el general Franco. Camioneros, agricultores, ganaderos, cazadores, autónomos, hoteleros, etcétera, etcétera, etcétera le están diciendo al jefe del Gobierno que no pueden vivir.

A una personalidad tan especial como la suya esto, en efecto, le desencuaderna necesariamente. A este sujeto lo que le apetece es mirarse al espejo y que el vidrio le conteste: “Pedro, sí, gracias papá por darnos de comer…”. Ya digo que ni Fortes ni el resto de sus cuates se atreve ya a contestar eso.

Ha encontrado nuestro señor presidente las excusas perfectas para sacudirse las moscas que le horadan las heridas de su incompetencia para dirigir una nación en estado catatónico. Encarga a sus escuálidos ministros y ministras que achiquen el agua que empieza a rebosar ese hispánico y divertido gabinete de los hermanos Max en el que se ha convertido el Consejo de Ministros, una institución otrora respetada. Después de tres años largos de gobiernos de Sánchez, la mayor parte de los ciudadanos españoles han perdido toda esperanza de que el maniquí cambie.

La pregunta, por tanto, resulta obvia. Sánchez, ¿en qué país vives?

Lo último en Opinión

Últimas noticias