Sánchez se une aI club de dictaduras enemigas de Israel
Lo de Pedro Sánchez y su Gobierno es indescriptible. Lo que faltaba ahora es que, escocido por una carta de la Embajada de Israel en España en las que acusa a los ministros de Podemos de hacerle el caldo gordo a los terroristas de Hamás -algo, por otra parte incuestionable-, el Ejecutivo en funciones haya contestado de manera chulesca y furibunda. ¿Pero en qué cabeza cabe poner en el centro de las críticas a un Gobierno democrático que no está haciendo otra cosa que defenderse del terror y calificar de «facciones armadas» a los terroristas palestinos como ha hecho Ione Belarra?
¿En qué manos estamos? Sánchez lo ha conseguido: ya formamos parte del elenco de naciones, todas ellas dictaduras, que en el contexto actual han cargado contra el Gobierno de un Estado que ha sufrido el más grave atentado terrorista desde hace 50 años. Y todo en solidaridad con Sumar, formación que se sienta en el consejo de ministros y que lleva más de una semana haciendo florituras para justificar los ataques terroristas con el argumento de que todo es consecuencia de la opresión que ejerce Israel sobre Gaza, como si en Gaza no sufrieran la opresión de los terroristas que ostentan el gobierno.
Sánchez nos ha colocado junto a las dictaduras que estos días ensalzan a Hamás, un salto cualitativo de imprevisibles consecuencias que sitúa a España, país que ostenta la presidencia de la UE, fuera del consenso de las democracias occidentales. Pedro Sánchez necesita de los escaños de Sumar como el comer, razón para que haya salido en su defensa cargando contra Israel, país que, por otra parte, no hizo otra cosa que denunciar que miembros del Gobierno de España se habían manifestado en su contra en términos absolutamente inaceptables. En lugar de pedir mesura a Yolanda Díaz o Ione Belarra, que era lo lógico, se pone de su parte. Lo que nos faltaba ahora es que Israel rompiera relaciones diplomáticas.