Sánchez y la pobreza ‘progresista’
Las medidas del Gobierno para contener la inflación -esas por las que saca pecho- han tenido entre los españoles el mismo efecto que tiene una aspirina en un enfermo de neumonía. Los 20 céntimos de subvención a los carburantes, el tope de gas o la reducción del IVA de la luz no han servido para gran cosa, porque los españoles están perdiendo poder adquisitivo a chorros. A día de hoy a más de 750.000 hogares no puedan permitirse comprar alimentos básicos. Según los últimos datos de la consultora Kantar, el 4% de los hogares en España no pueden hacer frente al encarecimiento de algunos productos de la cesta de la compra básicos en la alimentación. Por su parte, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha denunciado que la cesta de la compra ha subido de media en el último año un 15,2%, lo que provocará un sobrecoste de más 830 euros al año para una familia media. Los niveles de pobreza están creciendo a una velocidad de vértigo, pero el jefe del Ejecutivo prefiere distraer la atención de la opinión pública con anuncios como el impuestazo a la banca y las energéticas, convertidas por el Gobierno en culpables de la crisis.
Se trata de desviar la atención y buscar un chivo expiatorio al que cargar las culpas de la actual situación. La organización de consumidores ha señalado que los productos que más suben son el aceite de girasol (118%), las magdalenas (75,4%), la margarina (75,2%), los plátanos (63,6%), la pasta (59,9%), el aceite de oliva suave (52,6%), la harina de trigo (49,7%), los huevos (45,9%) y la mayonesa (42,9%). El panorama es desolador y el empobrecimiento general alcanza cotas inéditas, pero a Sánchez se le sigue llenando la boca con proclamas huecas. Dice que está trabajando para aliviar la situación de los más desfavorecidos, pero la pobreza crece implacable desmontando toda la propaganda del Gobierno. La realidad va por un lado y Pedro Sánchez por otro.
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