Sánchez y Díaz perpetran un nuevo golpe a las pymes
El paripé del pacto vendido con grimosa trompetería entre el PSOE y Sumar incluye, entre otras medidas, la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales «sin reducción salarial», la principal reivindicación de Yolanda Díaz. Estamos ante otra de las medidas Robin Hood del socialcomunismo: un guiño social revestido de papel celofán. Ahora, bajemos a la tierra: las pymes constituyen el 90% del tejido empresarial español, pequeñas y medianas de empresas con un pequeño número de trabajadores. ¿Quién paga la reducción de jornada? Pues el pequeño empresario, en muchos casos autónomo. ¿Cómo hará para que no se resienta la productividad de su negocio? Pues no es difícil imaginar que ante la imposibilidad de contratar a más trabajadores, tenga que organizar los turnos tirando de imaginación o suplir él en persona las horas en que no haya empleados disponibles.
Legislar con pólvora ajena -el invento socialcomunista lo pagarán las pequeñas y medianas empresas- es muy progresista. Las grandes compañías, con plantillas nutridas, podrán asumirlo sin excesivos problemas, pero el titular de un pequeño comercio será el gran pagano de la propuesta. O sea, la medida Robin Hood de la versión zurda del dúo Pimpinela -Pedro y Yolanda- no la pagarán los ricos, sino, en gran medida, los trabajadores autónomos que, por cierto, según los últimos datos disponibles trabajan 40,7 horas de promedio semanales. Ellos, por supuesto, no se beneficiarán de la reducción de jornada, sino que tendrán que trabajar más horas. Todo muy guay y muy progresista.
El intervencionismo del Gobierno no conoce límites: se pasan por el arco del triunfo el papel de los agentes sociales y ponen en peligro la competitividad de miles de empresas, amenazando el crecimiento de la economía y la creación de empleo. Cómo será que hasta Nadia Calviño estaba en contra de la medida. A Pedro Sánchez le da igual: se trata de seguir en La Moncloa a toda costa. ¿Por cierto, y qué dirá el PNV? ¿Tragará lo que le echen?