Sánchez cree tener el honor que niega a los católicos

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El ministro de Justicia, Félix Bolaños, se apresuró el mismo día de Año Nuevo a celebrar en sus redes sociales la ofensa contra los católicos perpetrada durante las campanadas de Nochevieja en la Televisión Sanchista por una supuesta presentadora absolutamente desconocida que hacía gala de algo que pretendía pasar por sentido del humor. A una enajenada que debe tener las neuronas justas para no hacerse sus necesidades encima durante la retransmisión y poco más, le resulta fácil ofender a los católicos, porque sabe que vamos a hacer poco más que enfadarnos. Si de verdad pretendieran ejercer «la libertad de expresión y creación», como dice Bolaños, todos estos progres forrados de dinero público no dudarían en mofarse de esa otra religión en cuyo nombre ha habido tantísimos atentados terroristas estas Navidades, pero ahí ni se les ve ni se les espera.

Aprovechando las gracietas de la descerebrada presentadora de las campanadas, el ministro de Justicia anunció también que «en 2025 impulsaremos la reforma del delito de ofensas religiosas…, una medida del Plan de Acción por la Democracia» adelantado el pasado mes de septiembre para amordazar a los medios de comunicación que nos estamos atreviendo a publicar las noticias sobre la imputación por corrupción de tantas personas tan cercanas a Pedro Sánchez. Eliminar el delito de ofensas religiosas es una medida original de la extrema izquierda que el sanchismo ha hecho suya, convencido de que en la práctica afectará solamente a la religión católica, dado que las ofensas a esa otra religión en la que todos estáis pensando seguirán estando perseguidas como delitos de odio. Sánchez va a permitir las burlas públicas a las creencias de los católicos, pero que a nadie se le ocurra meterse con su honor.

Apenas ha pasado un mes desde que el posiblemente próximo imputado ministro Ángel Víctor Torres, amigo de Koldo y del Tito Berni, con quienes supuestamente comparte el gusto por la compañía de «señoritas», anunció una querella conjunta contra Víctor de Aldama, interpuesta por Pedro Sánchez y el resto de los socialistas señalados por el comisionista, por «vulneración de su derecho al honor». El honor de un socialista, ¡tócate el bolo, Manolo! Teníamos la triste alegría, el instante eterno, la luz oscura y ahora el honor socialista, como ejemplos de los oxímoron más inverosímiles. El caso es que Sánchez considera que él y los suyos sí poseen ese derecho al honor que ahora pretende arrebatarnos a los católicos en defensa de una supuesta «libertad de expresión y creación» que al mismo tiempo persigue cuando es utilizada para publicar noticias veraces que afectan a todos los casos de corrupción con los que está enfangado hasta las cejas.

Como Liberal Enfurruñada yo defiendo el derecho a ofender. Creo que todos debemos tener el mismo derecho a expresar públicamente nuestras opiniones, que le reconozco a los que opinan justo lo contrario que yo. A mí no tiene capacidad de ofenderme ninguna majara como la que llenó las pantallas de quienes voluntariamente sintonizaron la Televisión Sanchista en Nochevieja, ni quiero que nadie pueda censurarme cuando expreso mi desprecio hacia ella. Por el contrario, la izquierda siempre ha entendido la libertad de expresión como un derecho exclusivo de los que opinan como ellos. La ley del embudo socialista funciona así: Pedro Sánchez cree tener el derecho al honor que piensa arrebatar a los católicos para que los suyos puedan insultarnos impunemente hasta conseguir que no nos atrevamos a expresar nuestra fe públicamente, porque les ofende que hagamos gala de nuestra superioridad moral sobre ellos. Permitirán que nos insulten y prohibirán que hablemos de su corrupción.

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