Robos de arte

Robos de arte

Según las estadísticas sobre robos de arte documentados en la historia se recupera un porcentaje que oscila entre el 5% y el 10%. Esto demuestra el bajo conocimiento del mercado clandestino que existe sobre obras robadas.  

La mayoría de nosotros imaginamos a los ladrones vestidos con pasamontañas que hacen rapel por claraboyas en los museos y, al igual que los personajes de Hollywood, contorsionan sus cuerpos alrededor de los rayos láser de detección de movimiento. Pero en el mundo real, los ladrones que roban arte no son del tipo «Thomas Crown Affair». En general son oportunistas y casi siempre con una baja visión real. Las obras son entidades conocidas, robadas. Ningún coleccionista, galerista o casa de subastas de renombre consideraría la posibilidad de comprarlas. El ladrón no puede simplemente «llevarlas al mercado». Consecuentemente, varias obras han sido devueltas debido a la falta de clientes en el mercado negro.

A lo largo de la historia ha habido varios robos a museos. El más famoso se produjo el 21 de agosto de 1911, cuando la Mona lisa fue robada del Louvre por el empleado Vicenzo Peruggia. La seguridad del museo por entonces era bastante ingrávida, por lo que Peruggia solo tuvo que descolgar la obra, envolverla en una tela y salir con ella por una puerta trasera del museo. La obra la guardó durante dos años y no fue rescatada hasta que Peruggia se la ofreció al director del Museo Galería Uffizi de Florencia, que entonces le denunció a las autoridades.

El mayor robo de arte en la historia ocurrió en Boston el 18 de marzo de 1990, cuando dos ladrones vestidos de policías robaron 13 piezas cortando las telas de su enmarque, colectivamente valoradas en 300 millones de dólares, del Museo Isabella Stewart Gardner. Entre las piezas robadas se encontraban: El concierto de Vermeer, que es hasta la fecha la pintura robada y no rescatada más valiosa del mundo; También fueron robadas obras de Rembrandt, Degas y Monet entre otros. A día de hoy las obras siguen desaparecidas, los ladrones siguen sin ser atrapados, la recompensa de cinco millones de dólares sigue sin ser pagada y los marcos vacíos permanecen en las paredes del museo.

El mayor robo de arte que se ha producido en España fue en marzo del año pasado cuando cinco pinturas de Francis Bacon, por un valor en total de 30 millones de euros, fueron robadas de la casa madrileña de su propietario durante su ausencia. El propietario es el último amante conocido del pintor, de quien había heredado las pinturas. Los ladrones no dejaron huellas dactilares y lograron escapar con las obras sin provocar alarmas ni levantar sospechas en uno de los distritos más seguros y controlados de la ciudad.

En mayo de 2016 siete personas fueron detenidas en relación con el caso, pero las obras de arte (que se cree que permanecen en algún lugar de España) todavía no se han encontrado.

Los gobiernos e instituciones como el FBI cada vez están teniendo más conciencia de estos daños. El pasado enero, el Ministerio del Interior de España anunció que la policía de 18 países europeos, con el apoyo de Interpol, Europol y la Unesco, había detenido a 75 personas involucradas en una red internacional de traficantes de arte. La operación comenzó en octubre de 2016 y llevó a la recuperación de unos 3.500 objetos robados, incluyendo objetos arqueológicos y otras obras de arte.

 

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