¿Qué es eso de que Sánchez se vaya quince días como si fuera un escolar?
Poco se ha hablado de la decisión del presidente del Gobierno de tomarse 15 días de vacaciones de Navidad, tal vez porque algunos no entienden que el derecho al descanso de Sánchez tiene límites. La presidencia del Ejecutivo no puede regirse, en cuanto al tiempo de asueto, como si fuera un colegio, porque las vacaciones del jefe del Ejecutivo no son, o no deberían ser, como unas vacaciones escolares.
¿Qué es eso de que se Sánchez se tome quince días? Pues, sobre todo, un abuso. Fuera del ámbito académico, sujeto a un calendario, la inmensa mayoría de los españoles no pueden permitirse el lujo de faltar a su puesto de trabajo dos semanas seguidas en Navidad. Habrá quien piense que es mejor tener a Sánchez ocioso que gestionando los problemas de España, pero más allá de la ironía resulta impresentable el absentismo laboral de un presidente del Gobierno que desaparece cuando le viene en gana.
Claro que Sánchez, como todos los trabajadores, tiene derecho a evadirse unos días de los problemas diarios. Faltaría más. Pero no dos semanas seguidas, como si fuera un escolar. Eso, bajo ningún concepto. La ejemplaridad debe guiar la actuación del jefe del Ejecutivo, de modo que su tiempo de descanso no debería de ser nunca superior al de la media de los españoles. Y Sánchez la supera con creces.
Tampoco la inmensa mayoría de los españoles pueden tomarse, cuando les viene en gana, unos «días de reflexión», como anunció Pedro Sánchez en esa «carta a la ciudadanía» que no fue otra cosa que un impostado plan de victimización a raíz de los escándalos de corrupción que rodean a su esposa. Aquello fue grotesco y esto, cogerse medio mes vacaciones pagadas, un exceso. Lo que revela con su actuación el presidente del Gobierno es que tiene un sentido tan alto de sí mismo, tan profundamente vanidoso, que no está sujeto a más obligaciones que las que él considere pertinentes. Y de eso, nada.