Palo Alto

El Rioja embota al nacionalismo vasco

Graciano Palomo

A Esteban (Aitor) se le ha quedado cara de resaca. La bofetada mientras se tomaba confiadamente los txiquitos riojanos le ha venido de la sociedad civil de aquella denominación de origen que, movilizada ante el desvarío, ha obligado al PSOE y sus cuates a recular como requeté desarmado.

La intención del voraz, insaciable y cavernario nacionalismo vasco (también incluyo aquí al independentismo etarra) era arramplar con una denominación de origen que no les pertenece. Sustituir el todo por la parte, algo que les resulta muy caro. Pensaban que mientras un botarate siga repartiendo lo que no es suyo podrían hacer de su capa vino tinto. Y hete aquí que los riojanos han dicho basta. Es lo que sucede cuando uno se emborracha de poder.

A los socialistas se les han puesto a temblar las cocotxas cuando han visto que el pueblo de La Rioja (donde gobiernan con los neocomunistas) no se iba a parar en los majuelos si perpetraban una nueva concesión al feudalismo vasco. Ha sido el mayor recule que se recuerda desde que Sánchez llegó al poder en circunstancias todavía no bien aclaradas; por cierto, hay que recordarlo siempre, gracias a los cinco votos del PNV, que tres días antes había jurado a Rajoy que podían confiar en ellos.

Tras el fiasco del tinto hay que contemplar la cara que le ha quedado al comisario de Urkullu en Madrid. No ha sido una buena semana para los hijos de Arana. Ya han comprobado que la voluntad de Sánchez, jaleado por el indigno Elorza, es sellar a perpetuidad de poder su pacto con Bildu que también amenaza la hegemonía de los dirigentes más reaccionarios de Europa.

¡Toma vino, Urkullu! A granel, en fraska o en botella.

Lo último en Opinión

Últimas noticias