El repunte inflacionista continúa

repunte inflacionista

La inflación en enero se sitúa en el 2,9% interanual, acelerándose una décima respecto al dato de diciembre (aunque una décima mejor que el indicador adelantado de enero). La subyacente se sitúa en el 2,4% interanual, que sigue mostrando mucha resistencia a la baja, y el IPC armonizado con la UE en el 2,9% interanual, que es el homogéneo con el resto de la UE y sobre el que se basa el BCE como indicador de precios. Mensualmente, el IPC crece un 0,2%.

Es decir, la inflación repunta, no sólo por aceleración del dato interanual, que por comparación podría crecer debido al efecto estadístico, sino que se produce un crecimiento de la inflación mensual, cosa que ya sucedía en octubre, noviembre y diciembre, de manera que estamos asistiendo a una tendencia de nuevo ascendente de los precios. El dato definitivo, dentro de unos días, lo confirmará, pero el adelantado es inequívoco al respecto.

Lo grave es que estos ritmos de crecimiento de inflación se producen sobre niveles de precios muy elevados alcanzados en los meses anteriores, con lo que sigue mermando el poder adquisitivo de los agentes económicos. La acumulación del deterioro de dicho poder adquisitivo es intenso y los agentes económicos han ido gastando sus ahorros y ajustando su cesta de la compra. Es cierto que la rebaja de tipos puede dejarles algo de renta disponible si tienen financiación a tipo variable y se la revisan, pero esa mayor laxitud en tipos puede traducirse en un repunte mayor de la inflación, que es preocupante. Por eso, es inquietante que el BCE haya emprendido esa senda de bajada de tipos que puede resucitar la tensión inflacionista y provocar un nuevo rebrote. Se equivocaron en la reacción a la inflación y esperemos que no se equivoquen al flexibilizar antes de tiempo la política monetaria. Hoy se prevé una nueva bajada de 25 puntos básicos.

Todo ello hace que desde que gobierna Sánchez la inflación haya subido un 20,24%, mientras que la subyacente, durante su mandato, lo haya hecho un 17,39%.

Además, la preocupante evolución del crecimiento económico, basado en el gasto público (que ha expulsado a la inversión), ha tensado los precios al alza durante mucho tiempo, con riesgo de rebrote inflacionista, que sería más intenso si sufrimos una guerra comercial.

La inflación repunta y el resto de indicadores muestra incertidumbre más allá del cortísimo plazo, por lo que se hace más necesario que nunca que se lleven a cabo reformas estructurales profundas, que se reduzca el gasto público, que se diseñe un presupuesto base cero que permita ir alcanzando un superávit con el que reducir la deuda en valores absolutos, y que se bajen impuestos como elemento de incentivo para la actividad económica, aprovechando en el ajuste presupuestario la recaudación generada adicional derivada en gran parte de la inflación, además de reforzar la seguridad jurídica de la economía, que está maltrecha.

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