Reivindicar derechos con la ropa puesta
Últimamente me siento como si estuviera viviendo en el día de la marmota. La pregunta más recurrente que me están haciendo desde hace una semana es si voy a ir a la huelga del 8M, y me veo respondiendo una y otra vez como un disco rayado que no. La respuesta es no. Siempre he huido de colectividades y más aún cuando veo el conglomerado de taradeces que se imponen para defender nuestros derechos, unas consignas que para nada se acercan mínimamente a lo que para mí es el feminismo. Ahora la premisa que se impone es o conmigo o contra mí, y me vais a perdonar, pero a mí las imposiciones me producen el efecto contrario. Me da grima tanto discurso manido cargado de odio, y no, no considero a los hombres delincuentes por ser hombres, considero que una cuestión genética no define una actitud delictiva. No me considero especial porque la naturaleza me otorgaráa el cariotipo homocigótico, es decir XX, y sí, el machismo es una lacra pero también lo es para mí el “hembrismo” impositivo.
Creo en el feminismo de segunda ola, no quiero conseguir nada por mi género, quiero conseguir las cosas por mis capacidades, y me temo que ese es el mayor punto de inflexión por el que no me siento identificada con estos nuevos «aires feministas». Ahora hay premios para mujeres, festivales de arte sólo para mujeres, galerías en las que los hombres no son bienvenidos, y un largo etcétera de guetos que para mí no ayudan, al contrario, establecen más aún las diferencias. Siempre lo he tenido claro, y cuando me han invitado a formar parte de algo de esto, en pro de ese pseudofeminismo, mi respuesta siempre ha sido la misma: «Agradezco la invitación, pero considero que estoy a la altura de exponer con un hombre y no voy a limitar mi trabajo por una cuestión de género». El año pasado pude corroborar esta tendencia al abuso del “dame porque soy”. Una chica le estaba explicando a mi pareja que ella debía exponer porque es mujer, casi me caigo de la silla al ser testigo de semejante reivindicación, pero vamos a ver alma de cántaro ¿Cómo es posible que tu defensa para conseguir algo se centre en unos cromosomas antes que en la valía de tu trabajo? Por este tipo de afirmaciones el feminismo está donde está.
Creo, sinceramente, que se ha perdido el rumbo, que la dictadura de lo políticamente correcto está fomentando cada vez más a cabezas huecas, y que se están olvidando reivindicaciones esenciales para conseguir la verdadera igualdad. No se está consiguiendo nada excepto el fomento del odio y el extremismo radical. La mayoría de los eslóganes reivindicativos que veo son burdos, facilones y muy poco efectivos. No entiendo la necesidad imperiosa del desnudo para demostrar cuan feminista eres, siento decirlo pero en los años 70 tenía su concepto, a día de hoy, simplemente es un burdo efecto para llamar la atención porque algo falla en el discurso. Por eso, os animo a no centralizaros tanto en unas consignas genitales y a reivindicar nuestros derechos con la ropa puesta.
Y a vosotros, hombres pseudofeministas de tercera y cuarta ola, os pido encarecidamente que no fomentéis este tipo de “feminismo” criminalizando a todos por igual –muchas veces con un fin bastante alejado del que públicamente queréis mostrar y más cercano al machismo de bar–. Que tú consideres necesario pedir perdón por ser hombre es cosa tuya , o igual porque igual tienes algo por qué pedirlo, pero unos cromosomas no te convierten en mejor o peor, hay muchos más aspectos que definen esta línea, es cómo si yo tuviera que pedir perdón por todas las mujeres que han cometido un crimen. Yo honrare el 8 de marzo a mi manera ¡trabajando, trabajando y trabajando!
Julia Martínez es artista y fotógrafa.