¿Quo vadis, Marlaska?

Resulta que la mano derecha e izquierda del ministro del Interior se le ha ido o le han ido a toda prisa mientras el escándalo por la conspiración contra la Guardia Civil y fiscales decentes adquiere su máximo esplendor.
Y, ¿de Marlaska, qué? Todo indica que su andadura con su sueño ministerial (siete años en la mamandurria y determinadas cloacas) toca a su fin. Quizá pretenda que las víctimas del terrorismo le hagan un homenaje; lo único que puede esperar es que esas víctimas sean caritativas para no llevarle a los tribunales.
Ha sido y es todavía el ministro del Interior desde 1977 (¡ha llovido!) que más conscientemente ha humillado a las víctimas y de paso ha despreciado a los agentes a su mando. El objetivo esencial de Marlaska, quien ha demostrado ser capaz de tragar con carros y carretas, no ha sido otro que tener contento a su jefe y no molestar en cada momento a los que detentan el poder dentro del PSOE y de los sucesivos gobiernos. Se ha enfrentado a mandos de la Guardia Civil, de la Policía Nacional, de los servicios secretos y en todo momento se ha comportado como un tipo sin criterio propio. La política de un ministerio clave como Interior se la han hecho desde Moncloa y él lo ha aceptado sin pestañear.
Suenan cánticos esperanzados respecto a su pronto final. El aspirante a sátrapa no está muy contento de cómo le van las cosas en el predio marlaskiano. La UCO sigue a pie firme tratando de empurar a los presuntos delincuentes; las relaciones con Marruecos las lleva personalmente no sea a que el ex juez se entere de cosas que no debe.
¿Se imaginan a Marlaska vestido con toga impartiendo justicia? ¿De verdad? La ambición por ostentar un ministerio ha llevado a la ruina de toda índole a mucha gente. Tengo para mí que el caso de Marlaska es uno de los más notables.
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