La quinta columna del yihadismo en Cataluña
Ada Colau lleva al límite la mezcla de extremismo e irresponsabilidad que caracteriza su gestión pública. Peticiones como suprimir el plan de los Mossos para detectar la radicalización de jóvenes musulmanes es una negligencia que puede provocar auténticas masacres. El ejemplo más cercano lo tenemos en la ciudad que ella misma regenta. Los atentados perpetrados por un grupo de jóvenes en La Rambla de Barcelona y Cambrils dejaron 16 muertos y más de 100 heridos. La Policía de toda Europa trabaja a destajo para prevenir en la medida de lo posible la amenaza del Estado Islámico. Un trabajo que requiere de la estrecha colaboración de los representantes públicos. Lejos de colaborar, la primera edil de la capital catalana se dedica a entorpecer cuando no a dar alas a los que defienden a los terroristas.
En una postura de buenismo temerario, casi inconcebible en alguien que se gana la vida como política en España, Colau no sólo pidió en 2015 la suspensión de esos planes del Ministerio del Interior, además montó unas charlas para reivindicar «el Día Internacional de Lucha contra la islamofobia» al lado de Benet Salellas, el abogado de numerosos miembros de grupos terroristas islámicos. Terroristas muy similares a los que defiende Salellas amenazan por vídeo y redes sociales a España y hablan de «acabar con los infieles del Califato». Algo que parece ser indiferente para Ada Colau. Mientras los yihadistas asesinan a lo largo y ancho de toda Europa, ella pide «diálogo entre todos los seres humanos». Pretende combatir las bombas y los atropellos masivos con palabras vacuas.
Tras las matanzas de Barcelona y Cambrils, el gobierno catalán ampliará el protocolo para detectar la radicalización islámica en los colegios. Sin embargo, la CUP —socios de Colau en el consistorio— también quiso derogar dicho plan para acabar con la radicalización de los estudiantes. Fue el pasado 27 de julio. Unas semanas más tarde, acaecía uno de los atentados más graves vividos nunca en Cataluña. La región cuenta con más de 76.000 alumnos musulmanes en sus aulas, la que más tiene en toda España. Sin embargo, Colau, por una filia cercana al apoyo indisimulado, es reticente. Nada tiene que temer el que no se decanta por el delito, para protegerlo está el Estado de Derecho. Ahora bien, además de Internet y las redes sociales, los colegios son un caladero de potenciales terroristas para imanes radicales y demás yihadistas camuflados en nuestra sociedad. Vigilar ese ámbito es fundamental para prevenir una amenaza global que nunca descansa.