«¡Qué valientes los neonazis boicoteando Eurovisión!»

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Como los neonazis del siglo XXI no tienen suficiente con acampar en las Universidades para tener una excusa para pasar el rato con los amigos en vez de estudiar trigonometría cómo sería su obligación, ahora además han decidido hacer la revolución pidiendo la exclusión de Israel en el Festival de Eurovisión. Desde mayo del 68, desde las concentraciones perrofláuticas en grupo cantando Imagine de John Lennon con proclamas antirracistas justo el día en el que un yihadista se inmolaba matando a centenares de personas, desde que las famosas se cortaron un mechón de pelo en solidaridad con las mujeres que mueren apaleadas por no ponerse un velo en el país que financia a Hamás; nunca, en toda nuestra vida, habíamos visto semejante acto de valentía. Camaradas, estamos con vosotros.

La excusa por la que los protestadores de profesión han decidido darle la vuelta a la pancarta de la ansiedad por la destrucción inminente del planeta, para sustituirla por la racista antisemita es que, según ellos, Israel está cometiendo un genocidio en Palestina.

Por supuesto, la inmensa mayoría de ellos ignora profundamente el significado de la palabra genocidio y, por supuesto, también, serían incapaces de señalar Israel en el mapa, pero aún así están muy concienciados con la causa terrorista… quiero decir, palestina.

Teniendo en cuenta que entre protestar contra un concurso de música y acampar en la Complu los jóvenes de hoy en día no van a tener demasiado tiempo para estudiar, desde OKDIARIO tomamos conciencia social con las próximas generaciones y vamos a explicarles un par de conceptos.

En primer lugar, genocidio es lo que pretende realizar Irán a través de Hamás y Hezbollah en Israel. Es decir, asesinar y aniquilar a los judíos de la región para hacer una limpieza étnica para que en Oriente Medio sólo queden musulmanes heteronormativos, cis y patriarcales. Precisamente por eso, el 7 de octubre los terroristas palestinos entraron en Israel y dispararon a ancianos que esperaban en la parada de autobús, quemaron vivos a bebés, violaron y mutilaron a mujeres y decapitaron a hombres cuyo único crimen era ser judíos.

En segundo lugar, el alto al fuego efectivamente es un concepto muy deseable, que de hecho existía hasta el día 7 de octubre, cuando Hamás decidió que el odio a los judíos está muy por encima del valor que le dan a la vida de sus compatriotas. Ahora tienen una solución muy sencilla que, curiosamente, nadie pide en las acampadas ni en la revolución de Eurovisión: con devolver a casa a los más de 130 rehenes que fueron secuestrados hace más de seis meses, sería suficiente. Tan preocupados por la vida humana y resulta que, o bien no les preocupan las vidas de los judíos; o bien no creen que sean humanos. Prefiero no contestarme a la pregunta.

Por último, en esta lección express gratuita, un consejo: protestar por algo que ignoras y que ocurre a miles de kilómetros de distancia, con el único objetivo de obtener algo de casito y haceros compañía los unos a los otros, no es ser revolucionario, es ser un postadolescente caprichoso que necesita excusas para socializar victimizándose. No es muy guay eso.

Pero volvamos al principio: Eurovisión. Han intentado boicotear a Israel amenazando y abucheando a su cantante en directo, pero aún así en la semifinal arrasó de forma aplastante. Y como mañana nosotros llevamos como representante a una señora que llama Zorra a las mujeres, y aún así por las reglas no podemos votar a nuestro propio país, yo creo que va siendo hora que descarguemos la aplicación del concurso y, en nombre de los acampados en favor del racismo, reventemos el votómetro con nuestro apoyo a Israel.

Y para los acampados, que les sea leve la revolución. Los que no somos racistas seguiremos con nuestras vidas.

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