El que se rodea de corruptos…

Tenemos una fotografía tomada el 26 de febrero de 2017 en la que Pedro Sánchez se pasea por las calles de Aldeanueva de Ebro (La Rioja) acompañado de tres tipos malencarados con pinta de porteros de discoteca cutre que no son otros que José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Koldo García Izaguirre. Mientras el ahora presidente del Gobierno estrechaba las manos de los lugareños, antes de asistir a un acto con militantes del PSOE a los que solicitaba su voto para la campaña por la secretaría general del partido que le disputaba a la andaluza Susana Díaz; los otros tres personajes parecían cubrir sus espaldas, como matones baratos. Hoy la justicia investiga a Ábalos por los delitos de cohecho, malversación, tráfico de influencias y organización criminal. Koldo está imputado por pertenencia a organización criminal, cohecho y tráfico de influencias. Y a Santos Cerdán lo investiga la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, por su sospechosa participación en la adjudicación de contratos públicos.
Existe otra fotografía en la que vemos a Begoña Gómez sentada junto a David Sánchez en la tribuna de invitados del hemiciclo del Congreso. Un juzgado de Madrid investiga a la esposa de Pedro Sánchez por corrupción y tráfico de influencias a favor de su amigo el empresario Carlos Barrabés, quien a su vez le habría montado un Máster en la Universidad Complutense, que ella dirigía sin estar en posesión de ningún título universitario. Al mismo tiempo, la Audiencia de Badajoz investiga al hermano de Sánchez por malversación, prevaricación y tráfico de influencias, en relación con el contrato de alta dirección muy bien remunerado que, sospechosamente, diseñó particularmente para él la diputación socialista de Badajoz, que le creó un puesto innecesario en el que no tenía nada que hacer y ni siquiera acudía a trabajar hasta que el escándalo salió a la luz.
También es muy reveladora otra fotografía tomada durante la celebración del X aniversario de la proclamación del Rey Felipe VI, en la que el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, de pie y muy sonriente, estrecha la mano de un Pedro Sánchez que no se levanta para saludarle, sino que permanece cómodamente sentado en su silla para que así el gesto de sumisión y pleitesía de «su» fiscal resulte patente para todos. Álvaro García Ortiz está siendo investigado por la justicia por una revelación de secretos llevada a cabo con claros fines partidistas, para perjudicar a una rival política de Sánchez, en un caso relacionado con la filtración de información confidencial sobre la pareja de Isabel Díaz Ayuso. En esta fotografía vemos también muy sonriente a Begoña Gómez, por lo que hay que recordar que el fiscal general del sanchismo ha ordenado que la fiscalía pida el archivo de la causa penal que se instruye contra ella, actuando en su defensa de una forma que el juez describe como «más intensa e incluso más brillante desde el punto de vista técnico jurídico» de como lo hace su propio abogado.
Esta semana hemos podido ver otra fotografía de la lona de 253 metros cuadrados que la asociación provida HazteOir desplegó frente al Congreso de los Diputados, en la que se veía la cara de Pedro Sánchez junto a la palabra «corrupto» en letras grandes y una mención a todos los casos que le rodean. Y aunque la lona fue retirada en unas horas por un juez que la consideró «un exceso en el ejercicio de la libertad de expresión», su imagen ha sido vista por millones de personas. Son cuatro fotografías en las que vemos a Pedro Sánchez rodeado de la corrupción que salpica a su esposa, su hermano, su fiscal general, su mano derecha, su secretario de organización y el portero de puticlub que le guardaba los avales por la noche. En cualquier país democrático uno sólo de estos casos habría hecho dimitir al presidente del Gobierno, porque de todos es sabido que el que se rodea de corruptos es siempre el más corrupto de todos ellos.
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