Prudencia frente a la histeria
Durante este fin de semana, ha habido un temporal en la parte de Madrid y Toledo -ahora nombrado técnicamente como DANA- por fuertes lluvias y tormentas en dichas regiones, especialmente del sur de Madrid hacia abajo.
Es cierto que ha llovido con fuerza, que en muchas localidades ha habido problemas de desbordamientos y que con estos temporales hay siempre pérdidas materiales y, en ocasiones, humanas, que es lo peor.
Ahora, una cosa es eso y otra distinta es, aunque es con la mejor de las intenciones, sin duda, se den advertencias que lindan con un alarmismo exacerbado que puede desembocar en algo mucho peor, como es la histeria, pues esta última también puede provocar desastres.
La alarma que muchos ciudadanos recibieron de Protección Civil, con un mensaje acompañado de un sonido estridente quizás no es la forma más adecuada para que las personas, desde la prudencia y la sensatez, afronten un buen proceder ante un temporal. ¿Qué queda, entonces, para activar, si nos asolase, Dios no lo quiera, un tornado? Ese mensaje recibido quizás generó más pánico que otra cosa en muchas personas, especialmente en un día en el que algunas regresaban.
Como digo, está hecho, seguro, con la mejor de las intenciones, pero se puede mejorar para futuras ocasiones. No quiere decir esto que no haya que comunicarlo a la población, que no haya que hacer llamadas a la prudencia, invocando la sensatez de las personas, para evitar que haya daños personales y para minimizar los daños materiales, pero nunca hay que perder el sosiego ni tampoco caer en la histeria, pues en las circunstancias más adversas hay que tener la mente fría para actuar con serenidad.
Quizás, en algunos casos, la población está sumamente influida por los mensajes de las redes sociales, que en muchos casos tienen poco de científico y mucho de alarmista, como si se viviese en una serie de ficción. Por otra parte, y debido a ello, desde el plano político se quieren adoptar medidas que en ocasiones van más allá de lo necesario para evitar incurrir en responsabilidad ante un suceso adverso si este último se produce.
Como digo, y agradeciendo a las autoridades competentes sus mejores intenciones, no podemos vivir permanentemente atemorizados ante la nieve, la lluvia, el viento, el calor o un virus. No podemos encerrarnos siempre en nuestras casas ante los problemas, sino que debemos afrontarlos con sentido común, prudencia y serenidad.
Catástrofes siempre ha habido y siempre habrá, desgraciadamente, y debemos hacer todo lo posible por mejorar la respuesta que damos ante ellas, pero desde la tranquilidad y la responsabilidad, no desde la histeria y el alarmismo, porque, si no, cuando realmente sea grave la población puede minimizar su importancia; todo ello, agradeciendo, en cualquier caso, aunque sea mejorable la comunicación, el esfuerzo de las autoridades para evitar desgracias y lamentando, siempre, la pérdida de cualquier vida humana que se haya podido producir.