La profecía de Aznar se ha cumplido

Aznar
Xavier Rius
  • Xavier Rius
  • Director de Rius TV en YouTube. Trabajó antes en La Vanguardia y en El Mundo. Director de e-notícies durante 23 años.

La profecía de Aznar se ha cumplido inexorablemente. El ex presidente del Gobierno, en los albores del proceso, dijo aquello de que «antes que España, se romperá Cataluña». He de confesar que, entonces, no acabé de entender a qué se refería exactamente. Pero hay que decir que los hechos le han dado toda la razón.

Aunque, en honor a la verdad, el colega de estas mismas páginas Jorge Fernández Díaz, dijo lo mismo tiempo antes. El entonces ministro del Interior ya advirtió, en diciembre del 2012, de la «fractura social y familiar» que se estaba gestando en Cataluña.

Jorge Fernández hizo un intento para evitarlo y visitó a Pujol en su despacho de ex presidente en julio de ese mismo año. Él mismo lo contó en El Mundo el 21 de octubre del 2018. Ambos se conocían de haber vivido experiencias comunes. Como la tarde del 23-F.

Pujol, ya había bendecido el proceso, y el ex ministro lamentó su actitud. El ex presidente le despidió con un ejemplar de su libro El caminant davant del congost (El caminante ante la encrucijada) en el que justificaba su giro independentista. Ahora, como todos, se desdice.

Porque hay que recordar que dividieron a los catalanes entre buenos y malos. En los estudios centrales de TV3 en Sant Joan Despí (Barcelona) llegaron a colgar una pancarta gigante diciendo que el proceso iba de «democracia».

No era cierto, claro. No iba de democracia sino de independencia. La democracia es también el cumplimiento de las leyes y el respeto a las minorías.

No quiero ni pensar cómo se hubieran puesto si en Telemadrid hubieran colgado una lona similar a favor de la unidad de España o de la Constitución. Pero, como decía, la profecía de Aznar ese ha cumplido implacablemente.

Carles Puigdemont, en el mitin que hizo el pasado fin de semana en un pueblecito francés al lado de la frontera, cargó contra sus antiguos aliados Esquerra. Les acusó de «salir negociados de casa», es decir, de bajarse los pantalones con Pedro Sánchez. «Nuestro voto no se puede dar nunca por descontado», alertó sacando pecho.

El nuevo vicesecretario general de comunicación de ERC, Isaac Albert, replicó en X. Le echó en cara ir dando lecciones. Eso sí, con faltas de ortografía. Lamentó el «supramacismo (sic) enfermizo» aunque, en realidad, se escribe «supremacismo». Culpó también al partido de Puigdemont de «superioridad moral». No le falta razón pese a que ellos también podrían aplicárselo.

En su opinión, los de Junts se creen que han nacido «para mandar y para saber lo que es bueno o malo». Ese odio cainita entre los convergentes -ahora posconvergentes- y los republicanos que aparcó temporalmente el proceso. Se disputaban el mismo trozo del pastel.

Lugo están los de la CUP, uno de los puntales del procés en su momento. Mas no hacía más que intentar complacerlos hasta que lo mandaron a la «papelera de la historia». También se abstuvieron con Jordi Turull como candidato a la presidencia de la Generalitat el día antes de que el juez Llanera ordenara su ingreso en prisión.

La diputada estrella del subgrupo parlamentario, Laia Estrada, ha dimitido por «discrepancias» con la dirección del partido. Es la misma que hace un par de semanas rasgó una foto del Rey en la cámara autonómica. Ahora sabemos por qué.

Le honra que haya renunciado al escaño. Pero no lo hará efectivo hasta septiembre. Así cobrará también en agosto de diputada. Lo peor es que es profesora de secundaria. O sea que previsiblemente pedirá el reingreso en la carrera docente. Imaginen como tenemos la educación en Cataluña.

Otros que también andan peleados son los del Consell per la República, un chiringuito de Puigdemont. Nunca he sabido si es una especie de órgano asesor, gobierno en la sombra o parlamento en miniatura. Pero también han dimitido trece de sus delegados.

Como último ejemplo del desánimo que vive el mundo indepe -pese a que no vaya de tensiones propiamente dichas-, citar los pinchazos de la ANC en las últimas protestas convocadas contra la presencia del Rey.

Ya sea en la visita oficial a Montserrat -la montaña sagrada del catalanismo-, en la entrega de los Premios Princesa de Girona en el Liceo, o en el municipio gerundense de Sant Martí Vell.

La propia ANC colgó una foto aérea de la protesta en pleno centro de Barcelona, frente al emblemático teatro, y no llegaban al centenar de manifestantes. Mientras que en la sentada contra la devolución de las pinturas de Sixena, por sentencia judicial, eran menos de veinte. Tres de ellos, por cierto, diputados de Junts haciendo bulto.

Por favor, que alguien se lo diga a José María Aznar de mi parte. Acertó de lleno. Antes se ha roto Cataluña que España.

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