Las policías locales y otros cuentos

Las policías locales y otros cuentos

La exigencia de reinstaurar un anacronismo como las policías autonómicas, Ertzaintza​​s o  Mossos, pudo parecer un tema menor a quienes redactaron las nuevas leyes de la democracia. Era la época del respeto por la diferencia, de la reivindicación de todo lo que había sido suprimido en la época de Franco fuera bueno o malo. Una institución inocente, una diferenciación más folclórica que otra cosa. Ni en los sueños más disparatados de los redactores de la Constitución hubo el más ínfimo atisbo de cómo una concesión así podría degradarse con el tiempo.

Pero el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. Y aquella buena fe puso en marcha una oportunidad que acabó, no demasiado imprevisiblemente, en manos de los políticos oportunistas y de las ideologías endémicas más nocivas.  Y en Cataluña pudimos ver cómo los Mossos ya no eran esa policía democrática en la que, en cualquier país civilizado, encontrarías protección y defensa: muchos de ellos fueron cómplices en un intento de golpe contra el estado.

Encima, los más friquis se desencadenaron cual Djangos versión procesista, y se dedicaron a insultar al estado y a los ciudadanos catalanes que no comulgaban con su República dels collons. Pero, por fin, aunque con toda la pachorra, algunas piezas van ajustándose y ya no resultará tan barato actuar en contra de una ciudadanía a la que deberían servir. La justicia ha llegado montada en un caracol; pero ha llegado y les están empezando a expedientar. Y esa policía secesionista,  mimada e incrédula, se lo toma bastante mal. «La represión de Interior no se detiene», ha exclamado en un tuit la sectorial de la ANC Mossos por la República Catalana descontenta por las sanciones. En su cuenta de Twitter se han quejado de que «el director general de la Policía, el señor Pere Ferrer i Sastre, ha decidido seguir abriendo expedientes a mossos por sus opiniones personales en las redes sociales».

“¡Opiniones personales!” Uno de los más estridentes y conocidos es el mosso insultador Albert Donaire, que fue su portavoz y llegó a ser candidato en las ultimas posiciones de Junts per Catalunya y miembro del parlamento fantasma de Carles Puigdemont en Waterloo. La División de Asuntos Internos de la Consejería de Interior fue infinitamente permisiva con él. Espero que a partir de ahora ya no les sea tan fácil ni a él ni a otros zumbados insultar y vejar a periodistas. O amenazarlos como al director adjunto de Metrópoli, Manel Manchón, con la “esperanza” de que “no pueda ir por la calle sin que le reconozcan” por haber defendido públicamente el bilingüismo en las escuelas.

Pero es uno de los suyos, y siempre encuentra simpatía y comprensión. Por eso no se fían los  mossos que luchan por devolver a los catalanes la policía de todos. Los llamados  Mossos por la Constitucion distribuyeron las imágenes del mosso golpista departiendo tranquilamente con el Director General de los Mossos d’Esquadra Pere Ferrer. Pero tienen la esperanza de que, estando Donaire expedientado e investigado en varios delitos graves, acabe inhabilitado a pesar de su coleguismo con Interior.

Lo de Cataluña no tiene nombre y ahora, además del caso de Laura Borràs, del que he dado amplia cuenta en estas páginas, la Guardia Civil señala la posible implicación del consejero de Salud de la Generalitat de Cataluña, Josep María Argimon, en la presunta trama de corrupción vinculada a la UGT en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona (VH), el hospital público más grande de Cataluña. El Juzgado de Instrucción número 9 de nuestra ciudad ha imputado por delitos de malversación de caudales públicos y prevaricación a una docena de funcionarios o exfuncionarios del Instituto Catalán de la Salud (ICS), del VH y del Ayuntamiento de Barcelona

Empezamos bien el agosto.

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