Podemos ampara ahora a los maltratadores
La dirigente nacional de Podemos Sonia Vivas cree que la culpa de que haya maltratadores de mujeres es de la sociedad «que les dicta que la violencia es una opción válida», por lo que entiende que «la vía punitiva no puede ser la única opción» contra los agresores machistas, porque en realidad son «víctimas de una sociedad que los fabrica». La evolución del feminismo radical ha terminado por absolver a los maltratadores culpabilizando de sus actos al resto. Curiosa manera de enfrentarse al problema: sacamos de prisión a los maltratadores y metemos en la cárcel a la sociedad. Una receta de lo más imaginativa para acabar con la violencia de género.
La barrabasada mental de Sonia Vivas es la última aportación podemita a la ideología de género y, seguramente, formará pronto parte de uno de esos informes y estudios tan sesudos del Ministerio de Igualdad bajo el sugerente título de «El matratador maltratado». Según la alto cargo de Podemos, los maltratadores «generan nuevas víctimas que son las mujeres». No obstante, disculpa a los agresores porque «la sociedad les está dando el mandato de que pueden hacerlo». «Lo que ocurre -añade- es que hay una estructura social que se llama patriarcado, que ahora se ve más reforzada que nunca desde esferas políticas y sociales, que está generando constantemente que haya más maltratadores que el día anterior. Tenemos un gran trabajo por delante», concluye.
En lo del trabajo por delante, estamos de acuerdo. Hasta que la sociedad no entienda que pensamientos como el de Sonia Vivas representan un lastre al código de valores morales, no habrá demasiadas esperanzas de invertir el curso de un drama social como el de la violencia de género.
La sociedad española condena la violencia contra las mujeres y, en consecuencia, argumentos tan obscenos como el de esta dirigente podemita deberían merecer el más absoluto de los rechazos, porque bajo una apariencia de pseudo intelectualidad lo único que ha hecho es amparar a los maltratadores. Y lo malo, ya verán, es que el feminismo radical guardará un silencio cómplice. Y si no, al tiempo.