Picasso muestra su lado oscuro en el Reina Sofía
Desde el 5 de abril hasta el 4 de septiembre, el Museo Nacional de Arte Reina Sofia exhibe la exposición Piedad y terror en Picasso. Una muestra que conmemora el 80 aniversario de una de sus obras mas importantes: ‘Guernica’. Como resultado de un exhaustivo trabajo de investigación, la exposición recoge unas 180 obras provenientes de más de 30 instituciones como el MOMA, The Metropolitan Museum of Art, Tate London o el Center Georges Pompidou de Paris. También de fondos privados como la colección Menil en Houston o la familia Nahmad. La selección de las obras ha sido guiada por Manuel Borja-Villel y Charo Peiro, jefa de colecciones del museo, junto con los conservadores americanos J.Clark y Anne M. Wagner, ambos historiadores de arte y profesores en la Universidad de Berkeley. A través de 10 salas, Piedad y terror en Picasso recoge la trayectoria que llevó a Picasso a pintar el ‘Guernica’, marcando como primer ejemplo de terror la obra ‘Las tres bailarinas’. La exposición conversa sobre la monstruosidad y la violencia que Picasso decía que formaba parte de uno mismo.
A través de toda la historia del arte, han sido muchos los artistas masculinos que han representado obsesiva e inmensamente a sus musas, esposas o amantes, pero nadie utilizó y abusó de sus mujeres como el artista más grande del siglo XX, Pablo Picasso. De las siete mujeres más importantes de su vida, dos se suicidaron y dos se volvieron locas. Otra murió de causas naturales sólo cuatro años después de su relación. Sin embargo, mientras Picasso tenía aventuras con docenas, o tal vez cientos de mujeres, siendo fiel a ninguna de ellas —excepto posiblemente la última, Jaqueline—, cada una de estas siete mujeres brilla como un catalizador crucial en su desarrollo como artista. Cada una representa un período diferente en su carrera, representando un ideal complementario u opuesto que inspiró la evolución de un nuevo lenguaje visual. Así como se involucraron obsesivamente con él, él dependía de ellas.
«Las mujeres son máquinas para el sufrimiento», dijo Picasso a su amada Françoise Gilot en 1943. De hecho, cuando se embarcaron en su romance de nueve años, el artista de 61 años advirtió a la estudiante de 21 años: «Para mí hay sólo dos tipos de mujeres: diosas y felpudos¨. Picasso acuñó el símbolo internacional de la paz, la paloma, y pintó a niños con inocencia intrépida. Era leal y cariñoso cuando le convenía. Sin embargo, podía ser asombrosamente brutal para amigos, amantes e incluso extraños. Tenía un lado tierno y, aun así, su tema más importante era la violencia. Picasso decía que odiaba la violencia. La odiaba pero la necesitaba en su obra. La conocía íntimamente. La razón por la que podía pintar las atrocidades de la guerra era porque reconocía la violencia creativa del arte.
Con el estallido de la Guerra Civil en el 36, Picasso, con su carácter sensible, se ve obligado a protestar reflejando los horrores bélicos. Una serie de dibujos y pinturas presentes en la exposición son la prueba de ello, con una expresión macabra que culminará en una de las grandes pinturas de nuestro siglo: ‘Guernica’. Un relato de horror que muestra lo que le sucedió a la ciudad vasca que se mantuvo fiel a la República.