La periodista que enamoró al Príncipe a través de la televisión

La periodista que enamoró al Príncipe a través de la televisión
La periodista que enamoró al Príncipe a través de la televisión

La llegada de la periodista Letizia Ortiz a Televisión Española impactó a muchos de los responsables de los programas informativos que la contrataron para la cadena 24 horas de noticias de la televisión pública. Tanto es así que pronto se la destinó a ser la presentadora única de programas como el que explicó los cambios que iban a producirse con la llegada del euro, moneda única europea a partir del año 2000.

A muchos compañeros de Letizia nos llamó la atención la fuerza y expresividad de la periodista ante unas cámaras que, como se dice en el argot televisivo, más que quererla, la adoraban. Sus potentes ojos verdes, su firmeza al hablar de forma rotunda, su voz sin fisuras ni titubeos llamó la atención de los espectadores que la veían en esos primeros pasos de Letizia en TVE. Unos inicios que también provocaron cierta alarma en otros compañeros presentadores y presentadoras que vieron en Letizia una potencial amenaza para sus asentados puestos en el plató.

Lo que no imaginamos en esos momentos es que uno de los espectadores que se fijó en la nueva presentadora que iba ganando posiciones poco a poco era nada más y nada menos que el heredero de la Corona española, Felipe de Borbón y Grecia, Príncipe de Asturias. Según hemos sabido a posteriori, a don Felipe aquella joven periodista, que pasó a presentar el entonces prestigioso programa Informe Semanal durante el verano, en sustitución del titular del informativo, le llamó poderosamente la atención y la empezó a ver con asiduidad e interés en los programas que se le iban asignando.

Hasta tal punto el Príncipe se prendó de Letizia y se atrevió a pedir a través de Zarzuela al conocido periodista Pedro Erquicia, a quien don Felipe había tratado durante unos meses que grabaron un programa especial, que organizara una cena con algunos de los periodistas más destacados de Televisión Española. 

Para no levantar sospechas, a Letizia no se le invitó directamente sino que fue uno de los responsables de realización de Informe Semanal, Manolo Rubio, el que recibió la invitación de parte de Erquicia, del que había sido colaborador durante años. Él tenía que llevar a Letizia a la cena, pero sin que ella sospechara que se iba a encontrar allí con el Príncipe Felipe. Manolo le dijo a la futura Reina de España que su mujer no podía acompañarle porque estaba con una pequeña indisposición y que fuera con él para no ir sólo. Y Letizia aceptó. 

Pedro Erquicia fue el que los presentó formalmente, pero a partir de ese momento, los que estaban presentes dijeron después que él no se cortó ni un pelo y que habló mucho con ella sin preocuparse de que el resto de invitados lo advirtiera. Ahí empezó la relación de los actuales Reyes de España que no fue fácil en los meses inmediatamente posteriores ya que ella, la periodista asturiana que llegó, vio y venció en la televisión pública, no acababa de creerse que los sentimientos del Príncipe hacia ella iban en serio y de que se había enamorado de ella de verdad. Porque Letizia tenía claro que no quería pasar a ser una más en la lista de novias, amigas especiales o historias pasajeras de verano que todos ya conocíamos del historial sentimental de don Felipe. Pero poco a poco, Letizia fue creyendo lo que él le decía, que no pensaba en ella como si fuera a ser una historia pasajera, de unos cuantos meses y después, la dejaría y le diría adiós. Por otra parte, ella tuvo que ser consciente de que su perfil no era, en principio, el idóneo para casarse con el heredero de la Corona de España, dada su condición de divorciada y perteneciente a una familia de clase media normal. Lo que se esperaba de don Felipe, a quien su propia familia apremiaba para que se casara y tuviera hijos para asegurar la continuidad de la cadena dinástica, es que eligiera a una persona si no de sangre real, sí al menos perteneciente a una familia ilustre de la aristocracia o de la alta sociedad. 

El Príncipe de Asturias nos aseguró a los periodistas que nos ocupamos durante años del seguimiento informativo de la Familia Real que él se iba a casar por amor y que no se sentía obligado a casarse con princesa alguna. Para él era un principio inamovible y nunca, a pesar de las trabas que le puso su propia familia en otras ocasiones, renunció a su propósito. Y eso lo defendió a capa y espada en el caso de Letizia, a la que convenció de que él iba en serio con ella y que lo que pretendía era casarse y formar esa familia con la que soñaba desde hacía tiempo. 

Mientras las cosas discurrían, durante el anterior verano al anuncio del compromiso matrimonial y en el que don Felipe estaba en Mallorca mientras ella presentaba el Telediario del mediodía, él dejaba la mesa del almuerzo poco antes de las 3 de la tarde. Y cuando la Reina Sofía le preguntaba dónde iba con esas prisas, él respondía que quería ver el informativo, cosa que a su madre le extrañó. Y es que él, ya que no podía estar con ella en persona, se tenía que conformar con mirar la pantalla del televisor para ver a la mujer elegida para compartir su vida, formar una familia y ser la madre de sus hijos.

Una historia de amor que se fraguó, en realidad, a través del plasma en los inicios y que se ha asentado del todo cuando se cumplen ya 18 años de matrimonio y la primogénita, la Princesa Leonor, está a punto de cumplir la mayoría de edad el año próximo y jurar la Constitución como futura Reina de España.

     

 

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