La penúltima mentira del sanchismo

Agustín García gastar

¿Qué pensaría de un tipo que todos los días, tras contar a los paisanos lo bien que marchan sus negocios, dijese aquello de «esta ronda la pago yo»? «¡Qué trabajador!», dirían unos. «Es que es muy listo», dirían otros. Hasta que un día tuviera que venir el hijo a saldar la deuda y los viejos admiradores descubrieran que todo lo que se gastaba era gracias a lo que le enviaba una tía de América, o a lo que le fiaban los bancos o el del bar.

Es como cuando un presidente del Gobierno te dice que la economía va como una moto y reparte ayudas a diestro y, aún más, a siniestro. Y nos cuenta que es porque él y su ministra son unos genios de las finanzas. Hasta que descubres que lo gastado es gracias a su tía, en este caso de Bruselas, que le envía 140.000 millones, y a los 300.000 millones con los que se ha endeudado. Sin eso, a ver cómo va la moto.

¡Qué fácil es ser presidente de un Gobierno socialista! Sólo tienes que seguir tres principios básicos: gastar a espuertas, evaluar según lo gastado y que el roto lo arregle otro.

Ya hemos visto que a gastar no les gana nadie. En los ocho años de Zapatero se gastó más que en los 16 años anteriores. Descontando pensiones y gastos financieros, sólo en sus dos legislaturas se gastó un billón más que en las dos legislaturas anteriores (ese gasto pasó de 1,4 a 2,5 billones). Y Sánchez ya gasta un 30% más que Zapatero. Toma ya.

Y así seguirá siendo, ya que lo importante para saber si haces bien o mal las cosas en un mundo socialista es cuánto gastas, no cómo lo gastas. Si aumenta el gasto en investigación, en educación o en sanidad, ya puedes presumir y salir bien en la foto, aunque no generes una sola patente, ni mejores los resultados educativos o la salud. Lo de gestionar con eficiencia es muy cansado y aburrido.

Y cuando la tía de Bruselas o los bancos digan que dónde está lo que te dejé, ya vendrán los austeros a gobernar y a poner peajes en las autovías. Y vuelta a empezar. Así es fácil decir que la economía va como una moto, la penúltima mentira del sanchismo, y digo penúltima porque aún le dará tiempo a un par más.

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