Otra esquizofrenia progre: moción de urgencia en Cort

Los plenos en el Ayuntamiento de Palma se están poniendo estupendos con la oposición de extrema izquierda, pero toda ella, abandonando el salón de sesiones, un pleno sí y el otro también, y así sucesivamente. Hacen bien, si no tienen nada digno que ofrecer a la ciudad y los últimos ocho años, con ellos en el poder, han dado sobradas muestras de su incompetencia.
Parece ser que tienen la piel muy fina, aunque la bocaza bien grande. Dada su incompetencia para la gestión, incluso para ejercer la oposición de una manera constructiva, se han decantado por la agitación y el victimismo sin más. Lo último, el célebre y celebrado «me gusta la fruta», que la oposición ha considerado un agravio. Será porque sienten alergia a la fruta, tal vez al sector primario en su conjunto por ser una herejía para la Agenda 2030.
La oposición de extrema izquierda inició la legislatura llamando fascistas a los concejales de Vox siempre que les venía en gana. Lo penúltimo ha sido presentar una moción de urgencia, exigiendo al alcalde Jaime Martínez que cese al regidor de Urbanismo, Óscar Fidalgo, porque dijo que la separata Neus Truyol, su predecesora en el cargo, era una ignorante enciclopédica.
Es más. Se acusa a Fidalgo de machista y misógino por el hecho de señalar la ignorancia suprema de Truyol. Ignorante desde luego sí que lo es. Basta con repasar el rosario de despropósitos tanto en Emaya como en Urbanismo, que son las áreas en las que durante los últimos ocho años Neus Truyol ha dejado su huella, rematando la faena con la aprobación a medias del Plan General de Ordenación Urbana, plagado de inseguridad jurídica.
Hubiera estado bien que la separata de Més replicase a Fidalgo, aportando datos en abundancia, para demostrar lo correcta que estuvo en Urbanismo. Pero ante ese imposible metafísico ha optado por el camino fácil, esto es, rasgarse las enaguas y acusar a Fidalgo de machista y misógino, mirando de reojo al feminismo radical con la esperanza de que viesen en eso de ser tachada de «ignorante enciclopédica» una variante del piquito de Rubiales.
Ha pasado lo mismo, días atrás, en el Parlament, solicitando la oposición de extrema izquierda toda ella el cese inmediato del conseller Antoni Costa en lo que cabe calificar, efectivamente, de otro juicio paralelo. No van a parar.
Volviendo a Cort, en uno de los primeros plenos de esta legislatura Truyol se dirigió a Fidalgo llamándole «perro rabioso». Y no pasó nada, porque el actual regidor de Urbanismo no entra al trapo de los insultos constantes de la oposición de extrema izquierda, que sigue sin aceptar haber perdido el poder municipal, una pérdida -todo hay que decirlo- por méritos propios.
No lo duden, La extrema izquierda, una vez expulsada de las instituciones por el voto de la ciudadanía, regresa a las barricadas que es lo único que le queda, ante la ausencia de argumentos que apunten al interés general. Todo el tiempo que han estado en el poder se han dedicado a inyectar ideología y solamente eso. Me parece conveniente insistir en el hecho de que si toda la tropa de extrema izquierda ya no está en el poder es debido al sufragio de los ciudadanos. Si el centroderecha se ve capaz de aguantar el temporal barriobajero que se avecina y mantiene sin titubear la acción de gobierno, es bastante probable que la izquierda no regrese al poder en mucho tiempo.
Si tomamos a la socialista-separatista Francina Armengol como referente a la hora de regresar la extrema izquierda al poder en 2027, basta con prestar atención a su manera de gobernar el Congreso de los Diputados: sectaria, hasta mientras duerme. En su divertida columna, titulada La toalla en el bolso de Armengol, Carla de La Lá escribe: «¿Qué pensará esta mujer, incapaz de ocupar su cargo ética y estéticamente, que representan el bien y el mal? El significado del bien y del mal para una pedrista es como una raíz cuadrada para un bebé de teta, un chiste, en definitiva». Perfecto retrato.
Volviendo a la moción de urgencia en Cort, aguardan tardes de gloria con esta tropa inmensamente ignorante que confunde el escaño con un adoquín.