APUNTES INCORRECTOS

O con Vox o con nadie

O con Vox o con nadie

Si no fuera porque la izquierda es insana y venenosa, se podría decir que muchas veces se comporta como una máquina de producir ternura. Lleva tiempo tratando de moldear al PP según sus cánones, queriendo convertirlo en un partido acomodaticio con el ‘sanchismo’ en aras de europeizarse y así facilitar el cambio de régimen. Mi amiga Menti, socialista de toda la vida, detesta a Casado y dice que hay otra gente más capaz que él de dirigirlo. Ya sé en quién está pensando. Naturalmente en Feijóo. Pero qué más le da, pienso, si jamás votará a la derecha, dado el enorme peso biográfico que lleva a las espaldas. Además, Feijóo ya pudo y no quiso.

Todos estos devaneos de la izquierda con el PP me recuerdan mucho a la elección de Ratzinger como obispo de Roma. Benedicto XVI. En aquel cónclave, la izquierda atea, anticlerical y anticatólica se movilizó, creyendo fatuamente que tenía alguna clase de predicamento, en favor de otros cardenales con antecedentes progresistas siendo derrotada de manera inmisericorde, aunque luego con Francisco haya tenido su sobrada recompensa. Pero este afán del incrédulo por fagocitar por absorción al adversario es realmente sorprendente. No rezan, no comulgan, abominan de la Iglesia, si pudieran quemarían los conventos, como antes de la Guerra Civil, pero tienen una determinación granítica por dominar los templos que todavía se les resisten.

Con el PP lo intentan a diario y a veces suceden hechos inesperados que les proporcionan una nueva baza. Esta ha surgido con la declaración de Abascal como «persona non grata» en Ceuta gracias a la abstención de la derecha. Ceuta es una ciudad especial, sometida al asedio cotidiano de Marruecos y desasistida por el Gobierno de Sánchez. Recientemente invadida, todavía sin el socorro que merece, y con parte de sus representantes en la Asamblea local desleales a la nación española, padece una situación endiablada. Supongo que algo tuvieron que ver estas circunstancias con el hecho de que el partido de Abascal fuera el más votado allí en las últimas elecciones generales. Esto debería haber sido suficiente para que el presidente Juan José Vivas hubiera abortado la operación. La infamia. Pero no. La facilitó y no se retracta.

Como han dicho personas más notables que yo, declarar persona non grata a cualquiera, salvo que se dedique a matar o apoye a los que lo hicieron en su momento con ganas, es una inmoralidad. Y en este caso además es un enorme error estratégico. El día de autos, el periódico ABC tuvo un gran titular: “La derecha se rompe con las encuestas a favor”. Y en efecto, todos los sondeos con alguna reputación señalan que, si hubiera elecciones en estos momentos, el PP podría obtener la mayoría absoluta con el apoyo de Vox. De la misma manera que el PP está gobernando en Murcia, en Andalucía y en Madrid gracias a la complicidad de partido de Abascal, que ha venido pidiendo muy poco a cambio.

Pero igual que con Ratzinger y la Iglesia católica, la prensa progresista ha aprovechado esta gran oportunidad para mostrar su potencia de fuego. Según El País, el diario oficial del Gobierno, “los dirigentes nacionales del PP harían bien en seguir la senda de sus representantes territoriales más moderados, que defienden posiciones mucho más positivas para la democracia española que la encarnada por la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso”. Porque el proyecto divisivo de ésta, que la cúpula del partido abraza, y su inquietante empatía con la retórica de Vox encajan mal. Y luego terminaba: “La acción del PP ceutí frente a la extrema derecha de Vox muestra el camino de lo que debería ser una derecha española inspirada en los mejores ejemplos de la familia popular europea”. Fin de la cita y conclusión: cuando tus mayores adversarios, los que trabajan a diario para desacreditarte, te enseñan lo que en su opinión es el camino correcto, debes emprender rápidamente el contrario. A toda pastilla. O estarás muerto.

Mi duda es si el presidente del PP, Pablo Casado, está por la labor o alberga alguna otra idea descabellada sobre los vericuetos para llegar eventualmente a La Moncloa. Aunque ya ha pasado un buen tiempo, sus relaciones con Abascal, después de que lo insultara y denigrara en la moción de censura, sin necesidad ni tino, no han mejorado, a pesar del apoyo prácticamente incondicional que Vox ha prestado a Ayuso y de la buena sintonía de la presidenta con Rocío Monasterio. La prensa progresista y las televisiones adictas al ‘sanchismo’ ejercen una presión brutal sobre Casado para que retorne a la sacrosanta y punitiva moderación, y hay en el partido muchos que no ayudan. Aquellos que piensan que la relación con Vox es incómoda y tremendamente tóxica, que no vale la pena construir trincheras ideológicas y que es inconveniente plantear una guerra cultural, que a mí me parece sin embargo la principal tarea que tiene el PP por delante si quiere alguna vez cambiar este país y desembarazarse del monopolio izquierdista.

El PP va a celebrar su próxima convención en otoño. Dice que va a invitar a la misma a grandes intelectuales. Ya veremos. Dice que el propósito es aglutinar el voto de centro y abrir una espita en la izquierda moderada con una propuesta vehemente y moderna. A mí esto me asusta. No sé cómo puede acabar la jugada. Mi opinión es que el PP tiene que reivindicar sin prejuicios el capitalismo y el libre mercado. Que tiene que defender la familia, la natalidad y el tono moral que acompaña a las sociedades fuertes. Que debe apostar por el sector privado y reducir la presencia de lo público, que ha adquirido caracteres asfixiantes. Que hay que dar las mayores opciones posibles a la gente para que elija lo que le convenga. Y también creo que ya está todo inventado. Aznar ganó la segunda vez por mayoría absoluta demostrando eficacia económica y enarbolando un proyecto liberal. Rajoy también, aunque sin enarbolar nada, recogiendo a los perjudicados y absortos por la debacle de Zapatero. Me temo que en esta ocasión va a ser más difícil y que la única opción será contar con la ayuda de Vox.

Cualquier otra hipótesis sobre una gran coalición con un Partido Socialista sin Sánchez, que al parecer acaricia Casado, es lo más parecido a un delirio. No hay ni va a haber en el horizonte un socialismo distinto al que representa y lidera el actual presidente del Gobierno, que se está encargando a fondo de ahormar el partido a su imagen y semejanza. Jamás se podrá llegar con él a consenso alguno sobre las grandes reformas estructurales que necesita el país. El electorado del PP no quiere a los socialistas ni en pintura. Sencillamente, quiere barrerlos del poder, es afortunadamente reacio a cualquier clase de conciliábulo y favorable por supuesto a un acuerdo con el partido de Abascal, maltratado una vez más con la infausta declaración de Ceuta. Por eso la resurrección en estos momentos felices, según las encuestas, de la derecha cainita de toda la vida representa un enorme contratiempo.

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