La nueva Ley de Educación Balear: el genocidio de la enseñanza (1)
El próximo lunes todos los grupos parlamentarios de izquierdas aprobarán una verdadera aberración
El próximo lunes la ya de por sí demacrada educación balear va a recibir una estocada definitiva: la aprobación de la nueva Ley de Educación, amparada por todos los partidos del Pacte, tanto los de izquierdas como los nacionalistas o populistas, va a significar un antes y un después en el desarrollo cultural de las generaciones a las que les toque sufrir algo así. Hasta que esta Ley se derogue no sólo se va a apartar de manera abrupta la lengua castellana del temario escolar, sino que se va a premiar la mediocridad y se va a señalar a todo aquel que pretenda destacar por encima de una línea media que, en realidad, tiene poco de media y mucho de deficiente.
Lo decía hace poco una profesora en su cuenta de Twitter en la que, desesperada, definía gráficamente la situación con la que se encuentra en este curso: «¿cómo voy a motivar a los alumnos si van a pasar de curso tanto si estudian como si no? Son las consecuencias del engendro que parió Isabel Celáa y que aquí adoptan el conseller de Educació Martí March y por supuesto la presidenta del Govern Francina Armengol. Martí March se atrevió ayer a pedir al resto de partidos políticos que tengan «altura de miras». La altura de miras significa aquí ir al aprobado general. ¿Tareas escolares? ¿Para qué? ¿Libros de texto? ¿Para qué? Bueno, perdón, libros de texto sí. Pero no para aprender, sino para utilizarlos como instrumento espúreo para alterar la historia a conveniencias de la izquierda.
Estamos asistiendo a un verdadero genocidio cultural, pero en realidad todo obedece a un plan cuidadosamente diseñado. Dijo una vez Margaret Tatcher que ningún pueblo culto votaría socialismo si tuviera la posibilidad de elegir. En consecuencia se trata de conseguir que todos los que salgan del colegio tengan cuanto menos preparación mejor. Así es más fácil manipularles. La historia -la de verdad, no la inventada- juzgará a estos personajes como verdaderos criminales culturales.