No es país para viejos: los retos de la digitalización
La digitalización puede traer como consecuencia un desplazamiento de los más mayores que nos recuerde al título de aquella famosa película: No es país para viejos. Es decir, los avances tecnológicos y, sobre todo, su implementación dentro del mercado laboral, hacen que todo cambie a pasos acelerados y es necesario tomar medidas para aquellos que no puedan seguir el ritmo. Así, las consecuencias del envejecimiento de la población no sólo tienen que tener que ver con la desestabilización del sistema de pensiones, sino también con poseer una masa de demandantes de empleo incapaces de seguir a la innovación cada vez más acelerada.
De hecho, la inteligencia artificial generativa y todas las herramientas asociadas a ésta pueden traer consigo una dificultad en su manejo, de tal forma que aquellos que necesiten emplearlas en sus menesteres tendrán que estar especializados.
O dicho de otra forma, es necesario que las nuevas tecnologías se utilicen también para mejorar la forma de utilizarlas -especialmente en el ámbito laboral-, pues puede traer como consecuencia un alto nivel de especialización sólo disponible para unos pocos.
Claro, en ese contexto, los que más pueden sufrir las consecuencias de la complicación de todas las herramientas de trabajo son aquellos que se han criado lejos de las tecnologías actuales, es decir, los más mayores.
No es país para viejos
Cuando se habla de los más mayores no se está haciendo referencia a los ancianos, sino a aquellos que superan el umbral tecnológico temporal, es decir, aquellos que se han criado en un mundo completamente diferente a este. Los cambios están siendo tan disruptivos que muchos son incapaces de seguir el ritmo. No sólo eso, sino que los más jóvenes, aun habiendo conocido esto desde siempre, también pueden llegar a tener problemas a la hora de adaptarse a lo nuevo cuando su manejo no se pueda realizar desde el nivel de usuario.
En la actualidad ya estamos viendo como numerosas personas de 45 años, especialmente aquellos parados de larga duración que han sufrido la desconexión con el mundo laboral, están teniendo problemas para encontrar trabajo. Es verdad que el paro juvenil es más acuciante, pero las causas son diferentes.
Por ello, algunas administraciones como la Comunidad de Madrid han dado pasos para compensar a los parados que se encuentren en esta situación. La región da ayudas a las «personas mayores de 45 años que sean desempleadas de larga duración» y a aquellos que tengan más de 55 años. En el primer caso, el Gobierno autonómico pide que las personas hayan estado «inscritas como demandantes de empleo con, al menos, 360 días en los 540 días anteriores a la fecha de su contratación». En el segundo, sólo exige que sean demandantes de empleo.
El desarrollo de la inteligencia artificial
En este sentido, las empresas tecnológicas ya han advertido de que puede venir un cambio importante. Un informe elaborado por Implement Consulting Group a petición de Google titulado La oportunidad económica de la IA en España prevé que la IA generativa elimine un 6% del empleo actual en España, principalmente las ocupaciones relacionadas con la asistencia administrativa, la venta telefónica y la traducción debido a su «alta exposición a la adopción de esta tecnología».
Google sigue la línea de otras entidades como Ernst & Young (EY), quien afirmó en un informe que el 35% de los trabajadores «están expuestos» a un «riesgo de reemplazo» por el desarrollo de GenAI.
Así, una de las cuestiones que hay que plantearse es: ¿Puede la IA utilizarse para mejorar su propio manejo? Es decir, ¿puede utilizarse esta tecnología, no sólo para crear sistemas más complejos, sino para hacer que lo complejo se vuelva más fácil con el objetivo de que nadie se quede atrás?
El envejecimiento de la población es un reto internacional. No es lógico pensar que más de la mitad de los habitantes del globo se tengan que quedar de brazos cruzados ajenos al avance. De hecho, un informe realizado por Mapfre Economics advierte que China perderá el 60% de la población en las próximas décadas. Es decir, ni siquiera el país más poblado del mundo tiene capacidad de escaparse al envejecimiento.
Por tanto, encaminar la tecnología a la gente en vez de insistir en que la gente se forme en tecnología debe de ser una de las prioridades del sector. Si no, muchos podrán quedarse excluidos y la nueva revolución industrial puede quedarse en algo de unos pocos. O lo que es lo mismo: no es país para viejos.