«No es lo mismo»

«No es lo mismo»
opinion-cristina-segui-interior

“No es lo mismo”  es la locución adversativa que mejor nos está dando la medida moral de los analistas de la izquierda en los últimos días tras las condenas de dos presidentes del PSOE, un secretario general, 3 ministros y un ex vicepresidente del Gobierno de España a sendas penas de cárcel e inhabilitación por los ERE de Andalucía. Todos al unísono y colocados en las mesas de debate de las principales cadenas. En apariencia, con la erudición y el compás del tenor del Mesías de Haendel, pero en el fondo en la misma versión cutre y adocenada de esos limpiadores de basura que han estado heredando su oficio municipal de su padre o de su cónyuge durante los últimos 37 años.

Una de esas periodistas de cuota socialista que va de rubia, y es rubia, escribió ayer un artículo en un subvencionadísimo medio amarillento de Torra titulado así: “No es lo mismo”, su recurso estilístico para negar que los 680 millones de euros malversados en una de las piezas de las 182 abiertas de la macrocausa, que podría superar en mucho los 2.000 millones, hubiera servido para enriquecer a Griñán o a Chaves en contra de lo que sí ocurrió con el Crespo o el Correa de la Gürtel. Luego, para nuestro canteranismo periodístico feminista, llevarse la pasta al cantón de Ginebra para meterse un cabrito a la Ticinesa entre pecho y espalda en Chamonix es mucho peor que esnifarse el dinero de los parados de la región más pobre de Europa o que quemar látex en La Ruta del Bacalao andaluz. Tienen razón. No es lo mismo.

«No se han llevado ni un euro al bolsillo». Cierto, porque eran generosos, no avaros caciques guardándoselo como un tesoro, sino que compartían enriqueciendo a los pobres que conocían siendo manirrotos con vendedores de estupefacientes y chulos de meretrices de Baeza y Jerez de la Frontera. «No es lo mismo que Gürtel», repiten los socialistas de plató y de ejecutiva como José Bono, que se sienta cada semana en el duopolio televisivo para decir que aún “cree a pies puntillas en de la honorabilidad de los expresidentes de la Junta», pero que no contesta nada porque nada se le pregunta sobre su patrimonio inmobiliario visible de 11 millones euros, sus hípicas y el curso de la primogénita en Lausane a 70.000 el curso.

Otra puntualización de Bono y de algunas de las rubias televisivas: no existe la financiación ilegal, y por eso, no es lo mismo. Porque no es lo mismo la financiación ilegal de un partido que el reparto ilegal de dinero público para comprar votantes, vender adjudicaciones y ejercer el chequismo mediático de sus canales públicos. Y en la prensa progre están convencidos de que lo que Vladimir Errejón llamaba la red de resistencia, trufar las instituciones y empresas públicas de las familias para aguantar tiempos peores, no es el algo malo, pues ellos mismos llevan de 20 a 30 años viviendo del parasitismo partidista en lo público y los otros de la servidumbre periodística.

Como se podría calificar al atraco a un banco con una AK-47, El País describía ayer el mayor caso de corrupción de la historia de España y, posiblemente de Europa, como «un sistema heterodoxo de agilización de pagos», legitimando que el robo a los andaluces desde los 80 era ni más ni menos que un ejercicio de beneficencia fiscal y, en la foto que el periódico de Soledad Gallego indexada de la noticia, colocaba los caretos circunspectos de Crespo y de Correa. Corrupción periodística de la peor ralea. El pago del tributo de ese periodismo que tiene que cancelar su deuda con Sánchez. La misma versión cutre y adocenada de esos limpiadores de basura que han estado heredando su oficio municipal de su padre o de su cónyuge durante los últimos 37 años en una región de España donde, gracias a los socialistas y a sus voceros, la escoba se hereda, pero las herencias legítimas son robadas.

Lo último en Opinión

Últimas noticias