A Nacho Vidal le mide tres centímetros
Si aplicáramos el rasero que el separatismo y su aliado en Moncloa usan para contabilizar la asistencia a las manifestaciones del centroderecha, el afamado aparato genital de Nacho Vidal sólo mediría, en su máximo apogeo, tres centímetros. En cambio, si el criterio fuera el que usan para las concentraciones de la ANC o de Òmnium, este actor y director de cine X tendría entre sus piernas algo parecido a una suma del Empire State Building y la Gran Muralla China.
Justo antes de que ERC y Junts llegaran a un acuerdo para que Pere Aragonès accediera a la Presidencia de la ‘Generalitat Republicano-cleptómana’ la ANC montó una manifestación en la Plaza de San Jaime con el objetivo de presionar a estos dos partidos para que se formara un Gobierno independentista. No fueron ni mil personas, pero la prensa secesionista, y sus compañeros de viaje con sede en Ferraz, la vendieron como si hubiera un clamor en la calle para forzar a ambos partidos a cerrar un acuerdo. Simplemente fue un paripé para desencallar la situación, y pocas horas después los de Puigdemont y Junqueras ya se habían repartido el botín.
En cambio, una concentración de cerca de doscientas mil personas en un día de tremendo calor en Madrid, en medio de una pandemia, y con la mayoría de la población sin vacunar, se considera un gran fracaso por los voceros del separatismo y su aliado en Moncloa. Para la alianza sanchista-secesionista un puñado de ‘indepes’ con estelada y gritando “España fascista” mientras queman fotos del Rey es una muestra del excelente clima democrático que se vive en nuestro país. Pero si una multitud se reúne en Colón para pedir que se cumplan las leyes y la Constitución, y que una panda de golpistas no salga de prisión cuando han jurado que volverán a delinquir, los manifestantes son tachados de ser cuatro fascistas intolerantes y nostálgicos del régimen franquista que no han entendido la riqueza de la plurinacionalidad de España, nación de naciones.
En Cataluña estamos tan acostumbrados a la aritmética artística de la Guardia Urbana de Ada Colau a la hora de multiplicar a los manifestantes separatistas como si de los panes y los peces se tratara, y de minimizar a los que se concentran para defender la Constitución y la unidad de España, que lo que pasa en Madrid con las discrepancias entre las cifras de la Delegación del Gobierno sanchista y el Ayuntamiento del PP nos parece casi enternecedor. En los dominios de la ‘Generalitat republicana’ igual que cada votante separatista vale por dos constitucionalistas, cada manifestante vale por ciento. Sólo se engañan a sí mismos, pero como el independentismo catalán hace años que vive en un mundo irreal, mejor no perder el tiempo en intentar darles clases de matemáticas.
Lo de Pedro Sánchez es mucho más siniestro, porque el presidente del Gobierno es muy consciente de la realidad en la que vive. Y como es un auténtico desastre su único objetivo es intentar enmascararla mediante la propaganda. Uno, que ya no sabe a qué carta quedarse, duda sobre si la ‘cumbre’ Biden-Sánchez de 29 segundos fue el enésimo ridículo del líder socialista o un intento de evitar que la gente siguiera hablando del éxito de la manifestación de Colón. De hecho, desde que se publicaron las imágenes del paseíllo con el presidente norteamericano, el tema de los indultos pasó a un segundo plano durante algunos días. Si en los próximos días vemos un posado de Carmen Calvo al estilo de los de Ana Obregón o las ministras de Zapatero para la revista Vogue, me reafirmaré en la tesis del despiste.
Pero nada de distraerse. Hay que seguir movilizados para que cuando se produzcan los indultos el Gobierno pague un elevado precio político. Soltar a los golpistas que quisieron acabar con nuestra democracia y dejar sin derechos civiles a millones de catalanes no puede salir gratis. Y si Guillermo Fernández Vara ha cambiado de criterio sobre excarcelar a Junqueras & Friends simplemente para que Sánchez no le haga un “Juan Espadas” es porque en el PSOE hay mucha cobardía y pocas ganas de defender a nuestro país.